25. Tristy

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—¿Eres de Piltover?— Traté de cambiar de tema. —¿Perdón?— se reincorporó, parecía ofendido.
—¿Crees que yo vengo del mismo lugar que los humanos?— dijo incrédulo. —Sólo pensé...— Suspiré. —Esto es de Piltover ¿Por qué pensaste eso? ¿Tienen algo de malo los humanos?— ahora estaba enojado. —¿Que qué tienen de malo? ¡Utilizan tecnología yordle como suya!— usaba sus manos para remarcar su punto. —Son criaturas muy ordenadas, no creo que tomen algo que no sea suyo— respondí en su defensa, los conozco, o al menos los humanos de Demacia no lo harían.

—¡Y de todos los lugares dijiste Piltover! ¡Cielos! ¡Ellos esclavizan más humanos para que hagan sus cosas y tomar siempre el crédito! ¡Qué desperdicio de vida!— y fue así como estallé.

—¡Yo he ido ahí y todos son amables y cordiales!— en verdad fue lo que aprecié. —Supongo que no conoces Zaun— se cruzó de brazos y yo negué con la cabeza. —¡Bien! ¡Parece que buscas un héroe para los humanos incorrectos! Por cierto ¿De dónde eres?— cuestionaba él.

—Soy Demaciana— con orgullo tomé mi martillo. Él me miró con desprecio ¿Por qué reaccionaba así? —Vete— mandó secamente. —Te demostraré que los humanos no son malos, a veces sólo tiene que aprender su camino— estaba decidida. —¿Querías saber quién me hizo esto? ¿¡Pues qué crees!? ¡Fueron ellos!— se encogió de hombros, simplemente lo miré y me acerqué, dejé mi martillo. Apartó la mirada, empezaron a bajar algunas lágrimas de sus ojos, él observaba la nada con gesto de impotencia, con mi mano toqué su hombro. —No has conocido a las personas correctas— no respondió. —¿Por qué te pegaron?— miró hacia otro lado. —Quería saber que tan fuertes y capaces son, me ganaron porque eran muchos— rezongó.

Suspiré.

—Quiero ser capaz de demostrar que la tecnología yordle valga... ¡Qué no nos vean como criaturas inferiores!

Me parecía extraño, todo humano que he conocido no me ha tratado menos, siempre como su igual.

—¡Pero sólo tengo esta cabeza! ¡De por sí soy un yordle y luego muy bajito! ¡Y no tengo fuerzas para dar un buen golpe!— miré hacia mi martillo.

—¿Y si te haces un arma?— cuestioné, tal vez eso funcione para defenderse.
—Tiene que ser algo diferente... Algo que demuestre más que pegar fuerte ¡Ya sé!— con cuidado se fue a la plataforma y bajé con él junto a mi martillo.

Directamente fue hacia las paredes llenas de papel, quitó algunos y los puso en la mesa, con un lápiz trazaba líneas, círculos y palabras, también pintaban unas flechas y garabatos.

—¡Listo!— con una sonrisa y muy emocionado enseñó su obra maestra. Miré aquel dibujo, una especie de máquina rara con un asiento en medio y extremidades articuladas se mostraba ahí. —¿Quieres hacer esto?— su mirada mostraba firmeza.

—¿Quieres que te ayude?— se veía extrañado miró a otro lado.

—Ehm...—

~×~

—Pásame el destornillador— se lo di para que siguiera armando un motor. —Si eres Demaciana ¿Qué haces aquí?— preguntó, tal vez para hacer platica. —Vine a visitar a una amiga— respondí mientras jalaba más chatarrería.

—No pensé que tuvieras amigas que no fueran humanas— sigue molesto.

—Es una yordle, si no la hubiera conocido, yo no sabría de este lugar— escogí más piezas para ponerlas a fundir, con eso sellaríamos y haríamos más partes. —¿Cómo se llama?— él tomó unas pinzas, ajustaba algunas piezas. —Tristana— al no escuchar más sonido de él lo observé, sacó de un cajón un cautín. —¿Tienes amigos?— conectó aquel objeto y siguió sacando cosas del cajón. —Sólo tengo una amiga, y se llama Tristana— me emocioné.

—¡Espléndido! ¿Me podrías ayudar a encontrar su dirección?— dejó las pinzas y vió el papel que le enseñé, leyó y siguió con sus cosas. —Es cerca de donde me encontraste, te llevo después— estaba serio. —¿Entonces ahí es la calle manzana?

—Creo que te confundiste— agarró una pequeñas mangueras y los colocó en algunos orificios, empezó a reír. —Manzana se le dice a una sección de tierra, en este caso se divide así las afueras de la ciudad—.

Oh... Eso explica muchas cosas...

—Bien, creo que terminamos por hoy ¡ah...! que cansado estoy...— hablaba algo bajito mientras se estiraba. —Creo que me iré a casa— tomé mi martillo y fui hacia la carreta. —¿No hablas en serio? ¿O si...?— asentí.

—Quédate— mandó, y evitó el contacto visual. —¿Por qué?— antes quería que me fuera, no respondió.
Bajé mi martillo nuevamente, suspiró y tomó una gran bocanada de aire.

—Desde que Tristana se volvió amiga de Teemo, dejó de hablarme— sacudió el polvo que había por las piezas lijadas.  —Quiero que me vea como él a mi, que me reconozcan como a él, que todos sepan... ¡Quién es Rumble!— exclamó algo entusiasta. —No tengo a nadie más...— se sentó en un rincón y se abrazó a sí mismo. —¿No importa que sea Demaciana?— el silencio volvió a aparecer. Me vió y exhaló. —Si, aunque seas Demaciana— habló forzadamente, reí, me veía algo molesto.

—Claro que si te ayudaré...

~×~

Todos esos meses nos la pasamos encerrados en su gran taller, no había problema conmigo, después vería a Tristana y en Demacia saben que si voy a un lugar nuevo, me quedaba a investigar para encontrar al merecedor de portar mi martillo.

Aprendí muchas cosas de él, es muy inteligente y listo, algo necio y sobre todo no le gusta aceptar sus errores, sin embargo, eso no evitó que fuéramos amigos; y a pesar de nuestras diferencias, cada vez más nos volvimos más cercanos.

Al apreciar nuestra creación terminada, él estaba extasiado, yo estaba emocionada, hicimos varias pruebas, las cuales por ello le tuvimos que hacer varios balances; tanto ajustes de presión como aceitar las salidas de unos arpones nos llevaron varias horas.

—Ahora hay que buscarle un buen nombre— mencionó con las manos en la nuca. Se puso pensativo mientras pegaba su cabeza con un lápiz.

"El martillo de Orlon"

"¿La máquina de Rumble...?"

—Tristy— mencionó sacándome de mis pensamientos. —¿Buen nombre no crees?— preguntó. —Ah... Si, claro— tomé mi martillo, es hora de regresar a casa.

~×~

—¿Segura que quieres ir otro día?— íbamos de regreso al centro de la ciudad, si que caminamos mucho.
—Ahora sólo quiero regresar a mi puesto, me he ausentado demasiado tiempo— llegamos al lugar donde lo encontré, bajé mi martillo y lo miré por una vez más.

—Nos vemos— despedía con la mano, estaba más calmado, también despedí con la mano y retomé mi camino; después me contaría como le hiria con su máquina.

Y lo volvería a ver en una plaza, justamente con Tristana, pero ella lo dejó, estaba muy triste, sabía perfectamente que él tenía sentimientos fuertes por ella, me acerqué, es alguien demasiado terco y orgulloso para admitir que se sentía mal, aun así no lo dejé solo; en ese lugar nos volvíamos a frecuentar y poco a poco me acompañaba en mi búsqueda del héroe, aunque él insiste en que soy yo... ha ido a muchos lados conmigo.

Abrazando A Mi Luz Oscura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora