44. Siempre obediente

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—¡Saludálo!— mandó mi madre, yo seguía aferrada a su pierna. Negué con la cabeza. —Por eso ya no tuve más hijos ¡Son testarudos!— clamó el yordle que estaba delante de nosotras. Me acerqué y reverencié, ese señor me daba mala espina, era un yordle blanco ¿Cómo podría ser papá de mi mamá? Salvo por relatos de mi abuelito yo no conozco a mi abuelita materna. Lo miré nuevamente, seguía con esa expresión de fastidio, volví a esconderme detrás de mamá.

—¿Y dónde está ese mequetrefe?— cuestionó cruzando ambos brazos. —Papá. No le digas así...— rezongó su hija.

—Yo llamo a las cosas por su nombre Lila— dijo serio, mamá bajó la cabeza. —¿Cómo es posible que siempre tengan que estar sufriendo por un mal viviente? Yo las tendría mejor— habló sintiéndose mejor que mi papá. —Hoy no me mandaste a traer para conocer a mi nieta ¿Ahora en que lío anda metido...? ¿Eh?— preguntó mirándome.

—¡Tú también te metes en problemas y peores!— gritó mi mamá enojada, esto no estaba bien, siempre que gritaba así era malo, me temblaron las piernas.

—Ese no es el punto— interrumpió él. —Al menos te tendría mejor vestida— dijo como si escupiera. —¡No es cierto!— gritó mamá, inmediatamente me alejé de ellos, yo no quería que se desquitara conmigo. Mi abuelo me miró desconcertado.

—Él te alejó de mi— dijo sin apartar su vista de mi mientras se acercaba lentamente. Después se puso en cuclillas, me ofreció su mano, yo negué. —¿Cuál es tu nombre pequeña?— preguntó, miré a mamá esperando cualquier orden, ella me decía que dependiendo de lo que ordenara con su mano yo respondería, pero esta vez no señaló nada. —Lulu...— dije en voz bajita. —¿Me puedes llevar con tu papá?— preguntó, su voz era rasposa, miré a mamá, seguido volví a mirar a mi abuelo. —Veo que la "entrenaste"— dijo él, nunca entendí a que se refería con eso, mamá bufó mirando a otro lado. —Me enseñó el mejor—dijo con media sonrisa mi mamá. Lo volví a mirar y asentí sin que mamá me lo ordenase. Tomé su mano y lo jalé hacia el bosque, yendo a la tienda donde vivíamos, no recuerdo desde cuando nos habíamos ido de Bandle.

Entramos y lo dejé exactamente en medio de la tienda porque papá yacía ahí en una cama. —Querido suegrito— saludó mi papá con esa sonrisa fastidiosa. —Ahorrate tu hipocresía— habló mi abuelo molesto bajando la mochila que traía en la espalda, inmediatamente mamá entró. Papá se había roto ambas piernas huyendo después de otra "toma de mercancía". Saltó de un lugar alto y por suerte mamá fue con él; desde entonces yacía todo el día en la cama. Hace poco empezó a gritar de dolor sin que las hierbas de mamá hicieran efecto; debajo de su pelaje su piel se estaba volviendo verde y negra, ahí fue cuando mandó a llamar a ese yordle blanco. —Lulu, sal por favor— pidió mamá, reverencié y caminé hacia la salida.

Salí de la tienda sin saber que ese viejo excéntrico se volvió la persona más importante para mí.

Te extraño, abuelito.

~×~

El pequeño yordle caminó con tranquilidad por el campo, había dejado a Tristy en su taller, a veces no era tan práctico llevarla.

Llegó a la mansión, subió los escalones y finalmente abrió la gran puerta de madera haciendo que crujiera, todo estaba oscuro exceptuando por los lados donde la luz que dejaba pasar las ventanas mostraba el piso de madera.

Anduvo hacia dentro de la sala encontrando unos centelleantes ojos que lo observaban.

—¡Quién interrumpe en mis aposentos!— reclamaba Veigar. Rumble lo miró con fastidio. —Veigar,— replicó, —me viste  caminar hacia aquí desde la ventan.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2019 ⏰

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