34. Contando Monedas

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Veigar tenía en sus manos un cupcake, él lo miraba con horror por su colorido.

—Sabes que te encantan— y era cierto, aunque nunca lo admitiría, Rumble lo conocía muy bien y por eso ambos estaban en la cafetería. Cuidadosamente dejó el postre en el plato, empezó a quitar el envoltorio de colores, con un cuchillo rebanó horizontalmente la mitad de la parte del pan. Luego unió ambas partes, quedando el betún con chispas en medio, los frotó y despegó, para quedar así en ambos lados la misma cantidad de dulce. Después procedió a darle un mordisco a una de las partes, últimamente los postres de Pantheon bajaban de calidad.

—Está bien— le dijo a su amigo, quien estaba a lado de él sentado con el mismo cupcake enfrente de él.

—¿Cómo que sólo "está bien"?— preguntaba Rumble confundido. El mago señaló su cupcake para que lo probara. —Mmm...— saboreó unos segundos. —Tienes razón, solo sabe dulce. Tal vez Pantheon no se da abasto.

—¡Mira! ¡Aún hay postres!

Ambos yordles voltearon hacia la entrada, donde provenía esa conocida voz. Era la yordle de ojos verdes señalando el refrigerador de pasteles, con su hada y con un acompañante mucho más alto que ella.

—¡Ven Varus! Yo invito— decía alegre la pequeña, su rostro alegre se esfumó cuando vió al mago. Estaba nerviosa, no sabía si debía saludar.

—¡Hola chicos!

¡La mejor manera de acercarse es hablar en plural!

—Hola Lulu— saludó Rumble con normalidad, Veigar volteó nuevamente al frente, algo que a Lulu le molestó. —Les presento a Varus— el muchacho solo estaba parado, le daba gracia que los yordles debieran usar bancos tan altos para estar a la altura del mostrador. —Si, ya lo conocemos— respondió el mecánico.

—¡Es mi nuevo amigo!

¡Crack!

Veigar soltó violentamente el cuchillo que tenia en las manos y bajó de su banco sin mirarlos, dejando en la mesa un plato de cerámica roto y unas monedas de oro, después se fue caminando hacia la salida.

—¿Pero que le pasa?— cuestionó confuso Rumble. El muchacho miró el mostrador y recogió la basura para después tirarla en su lugar.

—Varus pide algo— y la yordle le dió una pequeña bolsa llena de monedas. —Pix, te quedas a cargo de los dos— la chica le dió el bastón a su amiga. La hada asintió como si le dejara una gran responsabilidad.

—Pero yo no necesito que...

—Ssshh— Lulu lo cayó poniendo el dedo índice para después salir corriendo a buscar a su amigo. Rumble cruzó los brazos enojado.

Salió de la cafetería y vió que hasta el fondo caminaba Veigar con su cetro.

—¡Veigar!— le llamó pero no hizo caso. —¡Hey!— el yordle la ignoraba completamente. La chiquilla se esforzaba por alcanzarlo pero este también aceleraba el paso. —¿Quieres que no te hable?— la yordle preguntó sin dejar de acelerar el paso.

No...

¡Síguela ignorando!

¡No contestes!

¿Y si mejor le contestas horrible?

Llegaron a la zona habitacional del Instituto, Lulu empezó a reconocer los pasillos. —Sólo dime que te deje en paz— efectivamente, la habitación que le habían otorgado a Veigar era la que estaba a lado de la de Lulu, en la puerta tenía escrito un 43. El mago abrió la puerta dispuesto a encerrarse.

¡Encierrate estúpido!

¡Debemos de seguir buscando más mapas!

¿Y si mejor duermes un poco?

—¡Auch!—la hechicera había puesto su mano para que no cerrara la puerta, el mago abrió completamente la entrada.

¡No me digas que te dió lastima!

¡Le pasa por pendeja!

¡No seas estúpido! Cierra la puerta

—¿Qué pasa? ¿No somos amigos?— Lulu se agarró la mano en un intento de aminorar el dolor, estaba a punto de llorar pero no dejó que eso pasara.

Va... Rus...

¿No que no querías ser su amigo enano?

¡Oh si! ¡Dile que odias a su amigo!

El mago se veía molesto, a Lulu no le gustaba porque era muy diferente a antes ¡Qué Aurelion Sol se apiadara de su alma! Pues el temperamento de Veigar era conocido por no ser nada débil.

—¿Qué quieres?— preguntó serio

—¿Por qué te molestaste en la cafetería? ¿Por qué no quieres que te hable?— la pequeña dejó de agarrarse su mano, el dolor desapareció.

—¿Es por qué uso magia? ¿Por qué soy rara? ¿Acaso también soy un bicho raro para ti? ¿También crees que soy mala?

Estás equivocada...

Si la quieres solo para ti... ¡Entonces llévatela!

—¡Responde!

—¡Esa partida fue buenísima!— a lo lejos se escuchaban campeones que se acercaban, por instinto Veigar jaló a Lulu y la metió en su habitación, después cerró la puerta.

~×~

—¿En serio? ¿Y dónde está?— preguntó la artillera a su amigo Rumble.

—Se fue persiguiendo a Veigar— la yordle miró a Pix, quien estaba a lado del plato de Rumble, la hada afirmó con la cabeza. —No sé qué se trae— el yordle miró al muchacho corrupto y quién solo contaba una y otra vez la bolsa con monedas de Lulu. Después de la partida, él la acompañó, si se le puede decir eso a llevarlo a rastras a recibir su paga para después almorzar.

—¿Has podido hablar con ella?— preguntaba Rumble jugando con un cuchillo. —No, por eso la vine a buscar— respondió desanimada.

—De casualidad... ¿No has visto a Teemo?— preguntó nuevamente Tristana. Rumble pasó saliva y dejó el cuchillo.

¡Maldito Tejón!

—Ya veo por qué se fue Veigar, nos vemos— el yordle salió de la cafetería.
Esperaba que la artillera lo alcanzara para preguntarle que tenía, o que le preguntara si él podía acompañarla a buscar a Lulu o a Teemo, no le importaba eso si pasaba más tiempo con ella; pero para su desgracia no lo hizo, quería sentirse importante para ella. Le dolía, le dolía su indiferencia, sentía que su dignidad se iba por lo suelos cuando nuevamente le hablaba normal, siempre quería confesarse ante tan magnífica yordle, pero su actitud hacia él siempre lo hacía reprimir sus sentimientos.

Tristana volteó hacia Pix, la pequeña hada se acercó a Varus para también contar las monedas.

—¿Entonces eres amigo de Lulu?— el chico dejó las monedas en la barra y la miró. —Ella quiso ser mi amiga, no sabe que clase de tipo soy— dijo con seriedad y voz profunda, volvió a contar las monedas.

—Bueno... Creo que seguiré buscándola— Pix asintió. Aunque debió de seguir a Lulu desde el principio, sin embargo le encargó el dinero a su amigo así que tenía que quedarse a vigilarlo, y más para saber que clase de persona buena, puesto que al igual que a Veigar, no le daba buena pinta para su pequeña.

¡Ay! ¡Esta niña con su don de acercarse a chicos malos!

Abrazando A Mi Luz Oscura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora