29. Mente Sucia

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Tristana respingó al escuchar esa frase, Rumble se acercó ahí para saber si efectivamente era Lulu.

—Hola Rumble— saludó la hechicera y caminó directo a las escaleras, la artillera la siguió.

—¿Es cierto eso? ¿Eres aliada de Veigar?— cuestionaba Tristana mientras ambas se dirigían a la habitación de la pequeña.

Rumble alzó las orejas, fue por sus cosas a su casa para luego ir al centro al festival y encontrarse a la artillera, pero después escuchó a Tristana quejarse de que al último no hubo festival.

Dejar a Veigar solo siempre trae sorpresas. Pero esta vez involucraba a una chica. Era extraño.

—En estos momentos no me importaría— dijo fríamente, algo que sorprendía a Tristana.

—¿Qué te hizo? ¿Te hechizó para que te fueras con él?— preguntaba molesta.

—Me voy por mi cuenta, él solo me salvó de la gente que me estaba haciendo daño, me di cuenta que ellos nunca me van a aceptar como soy— decía con pesar.

"Salvar"

Ahora Rumble si estaba confundido ¿hablaban del mismo Veigar?

¡Qué la paranoia no se lo comiera!

Después Lulu abrió la puerta de su recámara, el cuarto era muy colorido, había varias enredaderas con flores en las esquinas, el tocador tenía velas a los lados, a lado de la cama, habían apilados muchos libros; también había un armario, el cual estaba lleno de ropa que Lulu hizo y también del que le compró Tristana. 

Puso su bolsa verde en la cama para empezar a meter todo, empezó con los libros, Pix en cambio se sentó en el tocador, veía con tristeza a Lulu, sabía que no debieron salir del claro, a pesar del tiempo que ha pasado desde que se encerraron, el mundo no ha cambiado en esencia, Lulu siempre tendría que huir, no importa donde.

—¿A dónde irás? ¿Qué harás?— preguntaba preocupada, porque efectivamente, el alcalde pidió que buscaran asilo para la hechicera, solo que, tanto en Demacia como en Bandle no iba a ser aceptada.

—Iré a la academia de guerra, buscaré un trabajo para poder pagarte todo lo que me ayudaste— dijo sin dejar de meter sus cosas en aquella bolsa.

Finalmente se dirigió al armario donde estaba toda su ropa, tomó sólo las túnicas y las playeras lilas que van debajo. Vio el pijama que le dió Tristana. —Creo que será mejor que te quedes con esto— le daba la prenda a la artillera. —No, no. Son regalos, llévatelos, y además me quedarían pequeñas— respondió señalando lo que quedaba en el armario.

Lulu la abrazó, soltó un suspiro.

—Gracias Trist, a ti y a Teemo por aceptarme, y por ayudarme con esto a pesar de todo— la peliblanca le regresó el abrazo.

—Recuerda que siempre estaremos para ti. Somos tus amigos Lulu— Se soltaron y la hechicera volvía a meter sus cosas hasta que todo se vació, dejando los muebles y cobijas que le habían prestado.

Pix veía mal a la artillera ¿Cómo es que no había salido antes a ayudarla si dice ser su amiga? La hada estaba furiosa con todo el mundo, todos volvían a rechazar a su pequeña. Nuevamente tenían que refugiarse en otro lado, sabía que Lulu no era nada tonta, podrá ser una niña pequeña pero entiende las situaciones que están pasando.

—Nos vemos Trist— despidió. —Luego nos vemos Rumble— y con tristeza abandonó el lugar que la acogió por días, el lugar en donde sentía que tenía una familia, donde se sentía segura; ella pensaba que no tenía derecho de ser feliz, la magia siempre era el problema. O tal vez no, el problema era ella.

Abrazando A Mi Luz Oscura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora