37. Gesto Dulce

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Tun Tun Tun Tun Tun

Se escucharon unos golpecitos en la puerta, el yordle alzó una oreja en respuesta, se había quedado dormido para recomponer fuerzas y aún no quería levantarse.

-¡Hey Veigar!- reconoció de quién era la voz. -¡Hoy ayudé a Pantheon a hacer la comida! ¿Te gustaría ir a comer?- la yordle se oía alegre y entusiasmada.

-No quiero- soltó a secas.

-ouuhh... ¿Por qué?- insistió ella, ahora su voz se escuchaba apagada.

-No me gusta la comida que sirven- trató de acomodarse para dormir mejor.

-Vamos Veigar...- la pequeña arrastró la voz, el mencionado quedó en silencio absoluto.

-¡Ya sé! Cuando estabas con Rumble habías comido un cupcake ¡Te traeré uno de los que hice!- propuso Lulu con emoción.

-Ahora que lo pienso... No te llenarás con un solo cupcake- Veigar escuchaba que ella daba golpecitos en la puerta con sus dedos. -Y tampoco puedes comer muchos. No es saludable ¡Vamos!

-Ya te dije que no quiero- respondió el yordle con su tono normal de voz.

-¿Entonces que te gustaría que te trajera?- preguntó finalmente.

-No quiero nada- respondió con normalidad. La pequeña hizo un ruidito, el cual el mago pudo percibir perfectamente.

-¿Estás inflando tus mejillas?- preguntó enojado. Se escuchó un golpe en la puerta y un sonido seco, como si Lulu se hubiera recargado y luego sentado al raz de la puerta.

-No me iré de aquí hasta que me digas- dictó Lulu. El yordle no hizo sonido alguno ante el mandato de la hechicera.

Unos segundos de silencio acompañaron a ambos, Veigar se levantó de la cama.

-¿Hay alguien allá fuera que no seas tú?- preguntó con resignación.

-No y me parece que me quedaré aquí hasta...- el yordle abrió la puerta, Lulu se levantó y se giró para verlo.

-Entonces... ¿Si vamos?- Lulu preguntó mientras daba saltitos. El mago se extrañaba que ella no notara raro que no traía ni sombrero ni túnica o sus característicos guantes de hierro.

-Mmm... ¿Qué me das a cambio?- cuestionó con los brazos cruzados. -Mmm...- Lulu puso su dedo índice en el mentón mientras pensaba.

-Jijijiji- Veigar escuchó risas, buscó con la mirada en los alrededores y encontró a tres campeonas viéndolos de lejos. El mago cerró la puerta en automático.

-¡¿Por qué no me dijiste que traías compañía?!- exclamó enojado. -¡Me mentiste!- ahora el yordle se preguntó por qué hizo aquello, debió de pensárselo más. Se sintió el rostro, y efectivamente, estaba avergonzado y abochornado. El estar sin las voces lo ablandaba mucho.

-¿Eh? Pero si vine sola- afirmó con seguridad, el mago entre abrió la puerta para mirar a Lulu voltear desconcertada.

-Aún así no iré- sentenció con indignación, se sentía traicionado; seguido cerró la puerta de nuevo.

Abrazando A Mi Luz Oscura Donde viven las historias. Descúbrelo ahora