Cap. 20

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20.

—Sólo venía a advertirte que si vendes una sola bodega de la editorial, iniciaré un proceso de demanda —amenazó.

Dicho lo anterior, dio media vuelta y con mucha clase, se marchó se regreso a la cabaña del otro lado de la piscina.

—Que-perra —soltó Katy casi tan sorprendida como yo.

¿Qué clase de madre amenaza a su hijo con demandarle?

¿Y a que se refería con vender una bodega? ¿Por qué Liam vendería una bodega? Mejor aun: ¿por qué Liam vendería una sola parte de la editorial que su padre había construido con tanto esfuerzo?

Debía haber un error.

—¿Qué fue...?

—Creo que este es el mejor momento para decirles —respondió clavando la mirada envenenada en la cabaña frente a la nuestra, donde toda su familia brindaba con alegría—. Si algo va a explotar que lo haga de una vez.

Me tomó de la mano y comenzó a caminar hacia la cabaña ostentosa, casi caigo dos veces con mis propios pies, pero Liam no pareció notarlo.

Antes de llegar, frenó de golpe y giró de vuelta hacia mí. Me estampé contra su pecho.

—Liam, soy una persona, no un carrito de compras —recriminé señalando el camino recorrido.

Que no me hubiese caído de bruces contra el suelo había sido un milagro, posiblemente el lago de Murphy por enviar a Sarah Woodgeth en en peor momento.

—Lo siento —cerró los ojos y negó con la cabeza—. Escucha, una vez que lo hayamos dicho no habrá marcha atrás, ¿entiendes? Es posible que intenten tomar ventaja de esto y vender la noticia, así que si hay alguien a quien quieras decirle antes de que esto explote —dejo la oración al aire esperando a que tomara mi decisión.

Mi familia.

No quería que se enteraran por una revista, radio, internet y mucho menos por la televisión, así que sin pensarlo demasiado, tomé el móvil estrellado y marqué a ciegas el numero de la casa de mis padres.

Llamé unas cinco veces, pero nadie respondió.

Quería pensar que no estaban en casa, que tal vez estaban haciendo las compras, mi madre tardaba horas haciendo las compras, más si llevaba a Wendy consigo.

Entonces una ola de recuerdos comenzó a embargarme. Mi madre conduciendo el carrito de compras, Wendy corriendo hacia el pasillo de cereales, Harry hacía las golosinas y yo hacia las galletas, cada uno llevando su aportación al carrito de mamá.

No podía hacerles eso. No podía dejar que se enteraran por otro medio, pero tampoco podía negar que, probablemente, estaban en casa y simplemente no querían verme, de ser así, seria bastante injusto dejar a la familia de Liam colgando al aire para correr hacia una familia que todavía no me perdonaba haber cancelado una boda con anterioridad.

Mi boda con Will.

—Mamá, papá, he intentado llamar, pero.. Creo que no están en casa y... Quería decirles... Quisiera hablar con ustedes porque tengo algo muy, muy importante que decirles pero no estoy en la ciudad —esperé, tal vez si escuchaban desde lejos en la contestadora correrían a tomar el teléfono al saber que era algo urgente, pero los segundos pasaron y no fue así—. No quisiera que lo supieran por la pantalla del televisor, así que... Voy a casarme —esperé un poco más pero obtuve el mismo resultado—. Bien, me gustaría hablar, así que... En cuanto escuchen este mensaje llámenme.

Pero una parte de mi sabía que no llamarían.

Entonces, cuando la nostalgia comenzaba a invadirme se me ocurrió una idea brillante.

Lucky Love (LR #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora