Lucky Love (LR #3)

Cap. 46

46.
Hallstatt Austria

Despedirnos de todos fue la aparte más dura. Algunos de nuestros amigos nos daban palabras de apoyo, otros nos felicitaban, otros, como Chuck nos tomaban el pelo ofreciéndonos contratos de divorcio después de la noche. Pero al final todo salió como esperábamos.

Incluso Sarah Woodgeth me dió un abrazo... Me clavó las uñas en la espalda, pero ese ya era un gran, en serio GRAN paso en siniestra maltrecha relación.

Liam tenía un destino sorpresa. No insistí en preguntar hacia dónde íbamos porque sabía que cuando algo se le metía a la cabeza era casi imposible hacerlo cambiar de opinión y aparentemente se había entregado en cuerpo y alma a mantener en secreto nuestra ubicación. Si no lo conociera bien estaría sospechando de sus intenciones en ese momento, pero ahora que estábamos casados no tenía caso secuestrarme porque aunque lo hiciera mis planes eran no volver a alejarme de él.

O quizá quería ir a dejarme en una isla desierta.

Son posibilidades que uno nunca debe descartar.

Fue un viaje en avión hasta Austria, dos horas en las que pude recuperar la energía que había perdido en la boda. Creí que iba a ser divertido y relajante, y sí había sido divertido, pero definitivamente no había nada relajante en organizar y realizar una boda. Creo que nunca en mi vida trabajé tanto por algo.

Dormí todo el camino hasta que la cabina anunció el aterrizaje en Austria y me erguí para ver en la negrura de la noche, la enorme pista de aterrizaje de la ciudad.

Arqueé una ceja y lo miré de frente.

—¿Austria?

Liam se encogió de hombros.

—Algo así.

—¿Algo así?

—Bueno no nos quedaremos en la ciudad...

—¿Ah, no?

Quise preguntar más, pero Liam me silenció indicándome con un gesto que era hora de ponerme el cinturón y, como no quería morir el día de mi boda, no tuve opción más que cerrar la boca y ocuparme de mi propia seguridad.

Luché con el cinturón que se había quedado atascado en mi vestido. Le había pedido a Liam un poco de tiempo para cambiarme, pero el honorable caballero de fina estampa se había negado argumentando que ese era trabajo suyo y no creía conveniente arrancarmelo frente a todos los invitados. Sin bases para argumentar contra esa lógica, tuve que enredarme el vestido en las manos y subir al avión como Cenicienta a su calabaza, gruñendo y maldiciendo cada vez que el vestido de quedaba atorado en algún borde. Gracias al cielo, no tuvimos que tomar un vuelo comercial y Liam se había encargado de conseguir nuestro propio transporte.

—¿Y ahora qué? —pregunté cuando bajamos del avión.

Liam señaló al frente, donde un auto demasiado nuevo y elegante nos esperaba con un bonito chófer de traje y corbata, con un sombrero de piloto aviador.

—Adelante, señora Woodgeth —indicó el chófer con una sonrisa de oreja a oreja. Cualquiera que lo viera creería que aquel hombre tenía el mejor trabajo del mundo o era el chofer de la familia Cyrus.

"Señora Woodgeth" todavía no me hacía a la idea de usar un nuevo apellido, ni siquiera me había hecho a la idea de ser llamada "señora" por alguien que no fuera un niño grosero.

Liam abrió la puerta del auto, me guiñó y esperó a que entrara. Al pasar a su lado no pude evitar preguntar en un susurro bajo:

—¿Le pediste que usara traje?