39.
Corrí. Busqué una salida de la pequeña bodega oscura y solitaria, pero no había salida. Tenía el paso bloqueado, tenía cuatro paredes rodeándome por completo. Me sentía como un ratón corriendo sobre su rueda.
Cuando la puerta se abrió a la distancia, la luz me cegó un par de segundos mientras una sombra grande e imponente se aproximaba con valor. No tenia que aclarar la visión para saber de quien se trataba.
Me pegué a la pared como un cachorro acorralado y esperé a que se acercara. Cuando su nariz rosó mi mejilla giré la cabeza en dirección opuesta y cerré los ojos buscando poder regular mi respiración.
Mi corazón corría con una velocidad impresionante.
-Te he echado de menos -susurraba Will con deseo contenido.
Quería correr, quería huir, sabia que podía intentarlo, sabia que podía lograrlo, pero mi cuerpo no respondía, mi cuerpo se había convertido en una serie de piezas de plástico de una maquinaria compleja e inútil.
La falta de oxigeno era una sensación familiar. Una aterradora sensación familiar. Por primera vez quería abrazarme a ella, quería que me acogiera y me hiciera perder la consciencia tanto tiempo como fuera posible, pero no tenía tanta suerte.
Cuando la mano de Will se ciñó sobre la mía, el pánico comenzó a apoderarse de mí convirtiéndome en una maraña de llanto y sollozos lastimeros.
Cuando los labios de Will comenzaron a recorrer mi cuello el pánico alcanzó su punto máximo disparando mi adrenalina por los cielos.
-¡LUCE!
Abrí los ojos de golpe y me aparté de la sombra que se arrodillaba junto a mi cama. Tenia miedo, después de una pesadilla con Will siempre tenia que luchar por integrarme nuevamente a la realidad y eso incluía a las personas a mi alrededor.
-Está bien, Luce, estás bien -juró Dorian alzando las manos al aire mientras permanecía arrodillado del otro lado de la cama.
Yo me había agazapado del lado opuesto como un gato del agua. Como si Dorian fuera culpable, como si acercarme a él fuera el verdadero peligro, como si el fuera Will.
Las lágrimas rodaban como si alguien estuviera pagándome por hacerlo. Después de las terapias con la psicóloga, aquello había dejado de ser un problema cotidiano, pero todavía habían días en los que las pesadillas llegaban sin previo aviso. Como en esa noche.
Dorian abrió el primer cajón del buró y sacó una pequeña ampolleta de ansiolítico. Esperó a que me tranquilizara un poco y me adaptara a su presencia, esperó a que recordara que él ni era el enemigo, pero su mirada compasiva no ayudaba en lo absoluto.
No podía seguirme permitiendo tratar a mis amigos de aquella manera. Tenía miedo, sentía pánico, dolor, ira, mucha ira, pero no podía seguir permitiendo que ellos pagaran por ello.
Instintivamente abracé mis rodillas y coloqué la frente sobre ellas mientras luchaba por respirar con normalidad y controlar mi cuerpo sin farmacoterapia, pero era imposible, mis sollozos no menguaban ni un poco, la impotencia seguía dominandome y las lágrimas no paraban de brotar con libertad.
Me habría quedado ahí hasta el amanecer, pero los brazos fuertes de Dorian me rodearon desde atrás atrayéndome hacia su pecho recostado sobre la cama.
-Perdón -supliqué mientras me aferraba a su camisa-. Lo siento.
-¿Por qué te disculpas? -preguntó por lo bajo.
Pero no podía hablar, no podía dejar de negar con la cabeza y aferrarme a su pecho como si fuera un pequeño bote salvavidas.
-Perdón -sollocé-, de verdad lo siento tanto...
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Lucky Love (LR #3)
Humor√Incendiar una propiedad "accidentalmente". √Estrellar el auto de tu jefe contra una tienda de artesanías. √Irrumpir en la boda de tu jefe y oponerte en pijama. √HECHO. •Casarte con el amor de tu vida. •Tener trillizos. •Morir y volver a la vida. •S...