El Rugido Salvaje[1] /Kookmin (Omegaverse)

Fenómeno

Fue algo digno de ver porque seguro sus subordinados se habrían reído al presenciarlo, estaba tranquilo, medio adormilado, tomando un respiro después de haber anudado por tercera vez a Yuna en esa noche, Hye por suerte no era tan demandante, por lo que se permitió ir a orinar sin prisa, cuando por lo menos 10 omegas irrumpieron en su tienda, solo 3 eran de su Harem, las demás solo eran fieles seguidoras de su pequeño y problemático hermano menor omega, así que ya se imaginaba en que rumbo irían las cosas. Las hembras tenían una debilidad por los machos sin importan su clase, sin importar cuál era la razón a ninguna le importo irrumpir al líder, apenas logro ponerse algo encima cuando estas ya lo estaban arrastrando por el suelo, en una dirección desconocida, sabía que no tenía mucho respeto en el grupo, no más allá de las negociaciones y demás trabajos desagradables que nadie más quería, pero el apareamiento era sagrado, y seguramente lo peor sería que si se enojaba y le gritaba a Jimin alguna de las furiosas hembras le arrancaría las bolas.

Solo lo soltaron cuando llegaron al oasis, justo enfrente del pequeño omega, este tenía las mejillas sonrojadas, el ceño fruncido y la boca en una mueca de disgusto, lo olfateo descaradamente para posteriormente arrugarla –Apestas- Soltó sin pudor alguno, haciendo que su mueca de disgusto se plasmara también en Namjoon, ese malcriado cachorro, no cabía duda de que estaba demasiado mimado.

-¿Alguna razón de verdadero peso para esta interrupción tan repentina además de grosera e inapropiada?- Jimin solo resoplo poniendo los ojos en blanco.

-Ese saco de pulgas- Señalo un bulto en la suave hierba –Es mi alfa destinado, el regalo de los sumos protectores- Soltó entre dientes, seguramente conteniendo decir impropiedades contra las deidades de su tierra.

-Me alegro mucho que hayas encontrado tu Alfa destinado, Jimin- Hablo con autoridad, se alegraba por su hermanito, deliberadamente trato de ignorar la obvia rabia del menor y el escenario tan inusual, no deseaba alargar aquello más de lo necesario –Sera integrado al grupo si así lo desean, queremos que su felicidad...

-No lo quiero y él no me quiere, puedes dejar de pensar en sexo y concentrarte en arreglar este problema- Quedo estupefacto, estaban destinados era imposible que no quisieran estar juntos, aunque desde que llegó pudo notar por el olor picante de la furia, que el ambiente no era exactamente festivo. Había un cadáver mas allá, la sangre negra que lo rodeaba que ya comenzaba a tomar el aroma de la putrefacción y el León que según afirmaba Jimin era su tan anhelada pareja, estaba inconsciente y mojado aun con medio cuerpo en el lago, todo apuntaba a que tenía un gran problema encima y que las hembras no lo dejarían ir hasta que el mimado león así lo quisiera.

Suspiro y se armó de paciencia-¿Qué pasó?- Se atrevió a preguntar para terminar de desatar la filosa lengua del adorable omega.

-Es un León doméstico, tan amaestrado y desconectado de todas sus costumbres que cuando cambio, tuviste que haberlo visto, tu hijo de 2 años cambia más rápido y eficiente, puede que entre él y un simple beta no haya mucha diferencia y no solo eso, vino aquí, irrumpió en territorio ajeno a la civilización para ser una especie de escapada romántica con ¡un maldito gato!, aseguro que ese indigno minino era su pareja, como odio a los pequeños gatos. Estaba tan furioso porque maté a su amante que quiso arremeter contra mí, no le importo la conexión que debió sentir apenas me vio, esas deberían ser razones suficientes para que los protectores me cambiaran de pareja- Los ojos de Jimin estaban llorosos, pero su hermano mayor lo conocía a la perfección, era un vil engaño, aunque para las hembras a su alrededor el número de cachorro lastimado era suficiente para que lo miraran fijamente, esperando que solucionara la razón por la que él adorable leoncito estaba afligido.