Deuda

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Era extraño, como sus propias ideas lo torturaban a la mínima oportunidad. No es como si él pudiera cambiar el pasado, ¿Por qué torturarse recreando escenarios que nunca se darían? Haber rechazado el turno en el lago, no haber disparado, algunas otras acciones tontas de su parte, todo sería tan diferente. Se exaspero con los quizás, era inútil.


Se fijó en el último lugar donde vio la figura del doméstico, cayendo en cuenta que la puerta se encontraba sin seguro, imagino que Jungkook seguiría por allí cerca, aunque ya no sintiera su presencia. Pero el tiempo pasó, no podía conciliar el sueño, un mal presentimiento se alojó en la boca de su estómago, ya era de madrugada y el Alfa nunca estaba mucho tiempo fuera de ese lugar. Suspiro contra las suaves almohadas, concentrándose en el pensamiento de Jungkook, desde que supo que Tae estaba prisionero en un piso superior al suyo, comenzó a poner en práctica su don, solo con la magia que desprendía su hermano podía llevar a cabo una proyección.


La imagen algo distorsionada de un cielo nocturno comenzó a formarse, al parecer estaba en un campo abierto, no podía distinguir bien nada más, no era muy bueno por lo que se conformó con asegurarse que estaba bien.


Por su parte Jungkook siguió bebiendo, no era de los que ahogaban sus penas en la bebida, no le gustaba casi el alcohol, no obstante todo parecía haber cambiado en él. Estaba triste, ya era usual el sentimiento de profunda soledad que arraigaba en su corazón. No era una persona depresiva, siempre se consideró todo lo contrario, después de todo aquel sentimiento se da cuando te sientes perdido, impotente y en su vida perfecta no había cabida para lo negativo, todo parecía envuelto en luz.


Añorar el pasado es inútil y sinceramente, ya no le parecía tan hermoso, era una trampa, porque la bruma del tiempo envejece las imágenes, haciéndolas parecer más amenas, borrando los sentimientos toscos, resaltando la felicidad, porque cuando recuerdas una película, sobresalen los clímaxs, no la narrativa transitoria. Podía recordar perfectamente la imperfección, que muchas veces se aburrió en su antigua relación, es normal, siempre se dijo, solo que en la novela de amor que relataba el tiempo que paso junto a Sungjung, no habían momentos extraordinarios, nada que hiciera suspirar al lector, solo la monotonía de dos seres que se sentían a gusto al lado del otro, era conveniente.


Entonces la perfección es monotonía, es aquello que controlas, donde todo sale bien y es predecible, así era su vida de Alfa prodigio, tal por eso le choco tanto que Jimin le dijera tantos insultos, que lo desvalorizara, no estaba acostumbrado. Perdió tanto tiempo temiendo y odiando, que no se dio la oportunidad de conocer a esa pequeña fierecilla, porque en lo que llevaban, había lapsos donde de verdad se sintió más que atraído por esa aura salvaje, ¿llegaba a ser amor o solo instinto?


Ahora podía averiguarlo, en estado de embriaguez su instinto estaba atontado, el león que rugía en su interior ya no interfería, completamente dormido dejándose llevar por sus sentidos humanos, que lo trasladaron a lo que en la ciudad llamaban la maravilla artitectonica del puente interestatal, que atravesaba todo el mar hasta la próxima isla, de no sé cuántos metros y otros datos estructurales que su cerebro intoxicado, no iba a recordar.


Era ridículo, la idea de un suicidio no era exactamente lo que tenía en mente, solo quería de alguna forma llamar la atención de Jimin, como ¿cuándo estaba tan lejos el uno del otro?, no lo sabía, no estaba pensando claramente, pero deseaba sentir que le importaba, que el omega correría preocupado a salvarlo, que lo detendría, prometiéndole ser más suave, al igual que en las películas. Estaba gritando por ayuda, como podía sentirse tan sucio e incorrecto y a la vez necesitarlo tanto, como las ganas de protegerlo se contraponían a las de vengarse, estaba dividido, sangrando por una herida que no era capaz de sellar.

El Rugido Salvaje[1] /Kookmin (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora