Ojos de bengala

Capítulo 8

Estaba en una especie de éxtasis, entre su cara, su cuerpo robusto, su estatura, sus manos, su olor, pero sobre todo sus ojos, esos ojos que me hacían sentir como una pequeña niña, necesitaba más de él. Allí estaba YO, una mujer tranquila, llena de prejuicios, totalmente adoctrinada para ser una Frida de Kahlo moderna, esa mujer profesional e independiente que jamás es subordinada, que jamás obedece y que jamás se deja dominar por un hombre, aquella mujer de carácter fuerte, negada a ceder, pensaba: ¿Cómo pudo éste hombre fijarse en mí?, se tomó el tiempo para organizar todo ésto aún sin conocerme, moría de ganas por llamar a Sharon y preguntarle qué dijo de mí para hacer que ese hombre se interesara tanto.
Siempre me repetía que mi vida necesitaba emoción, yo lo sabía pero ella hacía énfasis en qué hay que vivir. Mi vida giraba en torno a una madre absorbente e inflexible y a un abuelo enfermo y malhumorado, mi carrera era mi todo, debía terminar lo antes posible, mi trabajo y mi escape a leer. ¿Alguna vez leyeron algo que los dejó sin aliento? ¿Algo tan profundo que los transportó a otro lugar?, ¿Algo que los hizo erizar? Mi familia era un poco conflictiva, desde siempre, mi padre se separó de mi madre y desde entonces mi refugio para evitar la amargura de mi madre fueron los libros, comencé con libros de autoayuda, terminé leyendo cualquier cosa que se topara con mis dedos, ya saben de lo que hablo desde bondage en su más simple expresión hasta sado del más Hard Core, después de novelas tan acaloradas, cualquier hombre que quisiera darme amor puritano en posición de misionero no era suficientemente ardiente para mí, nada personal chicos pero al menos lean algo sobre masajes tantricos. Fingir ya no era para mí, por eso, unos meses antes decidí no tener sexo con nadie más, sí así como lo leen, a menos que me demostrara que llenaba realmente mis expectativas.
Abrí mis ojos y allí estaba él, JUSTO EN FRENTE DE MÍ.