Capítulo 38

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  Sentía como cada vez entraba más profundo, y más caliente.

-Estoy corriéndome pequeña, pero tengo muchas más ganas de ti.-

Me detuve por un instante y lo acosté en la cama, viendo cómo aún después de correrse seguía intacto, enorme, caliente, firme y a la vez tan jugoso. Lo miré con cara de triunfo y me monté sobre él, introduciéndolo suavemente dentro de mí, solté varios gemidos mientras veía como su cara cambiaba, sus ojos estaban llenos de lujuria y pasión. Comencé a moverme suavemente.

-Que apretada estás Anhel, no pares pequeña.-

Lo besaba de forma apasionada mientras llegaba al máximo éxtasis, allí estaba el hombre que tanto desee todo este tiempo, dejándose dominar por mi, había domado aquella bestia indomable, estaba debajo de mí a mi merced, suspirando por mis movimientos de cadera armónicos y violentos, escuchaba su corazón a punto de salir de su pecho mientras lo besaba, sin parar de moverme.
Levanté mi cuerpo con él aún dentro de mí, para ver mejor su cara, no apartaba mis ojos de él, me miraba con admiración, mientras aumentaba el ritmo de mis caderas. Tomó mi trasero entre sus manos y lo abrió, para entrar dentro de mí cada vez más profundo, había perdido el control, estaba él dominándome de nuevo, con sus movimientos fuertes y estremecedores, comenzó a moverse aún más rápido, más profundo, sólo me limitaba a gemir, estaba poseída por él completamente, pedía más, mientras el hincaba sus dientes en mi cuello, tomaba con una mano mi nuca, con la otra acariciaba mi espalda, estaba a merced de sus deseos, pidiendo que me llenara cada vez más de él.

-No entiendo cómo puedes ser tan deliciosa Anhel, estoy a punto de llegar nuevamente para ti pequeña, eres tan malvada.-

Giró mi cuerpo con una sola mano hasta dejarme boca abajo en la cama, levantó mi trasero y se dispuso a entrar una y otra vez.

-Siéntelo Anhel, aquí va toda caliente para tí.-

Suspiré, cerré mis ojos y sentí ,cómo invadía por segunda vez mi cuerpo con sus fluidos. Estaba extasiada por tanta entrega, me tomó entre sus brazos y me acurrucó en su pecho, estábamos tan sudados, pero aún así me acariciaba.  

Ojos de bengalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora