Capítulo 36

711 20 2
                                    

  Usé sabiamente una bata de seda roja que dejaba ver parte de mi ropa interior. No quería otra noche con velas desperdiciadas. Entré a la habitación nerviosa. 

-Estoy lista para pasear Ethan.-

 -Anhel.- 

-No digas nada Ethan.- *Susurre mientras me abalanzaba sobre él.*

Comencé a besarlo utilizando mis tácticas más efectivas. Primero comencé con sus labios, empujando mi lengua dentro de él de forma sutíl, mientras acompañaba con caricias en su pecho, allí estaba YO, sentada completamente sobre él besándolo de forma apasionada. 

-Anhel, si me sigues besando así, no respondo.- 

-No quiero garantías de castidad Ethan, quiero ser tuya ¡Ahora!-

 Mi piel se erizaba con cada caricia de sus grandes manos en mi espalda, con cada toque repentino de su lengua contra la mía, mis fluidos comenzaron a hacerse notar sobre su pantalón, besé su cuello sin detenerme, mordiéndolo poco a poco, apretando con mis manos su espalda ante cada contracción que sentía dentro de mi. Quité su camisa y seguí besando su hermoso pecho, mordisqueando en las zonas más sensibles, seguí bajando sin quitarle la mirada de encima, viendo cómo su respiración aceleraba y ardían sus ojos de placer. 

-¡Vamos Anhel, Detente!-

-No, Hombre Misterioso.- 

Quité con suavidad la correa que sostenía su ajustado pantalón, jugueteando con mis manos. Desabroché su pantalón y comencé a bajarlo. Ethan me miraba atónito. Me levanté de la cama y comencé a quitar mi ropa interior, aún con la bata de seda puesta. Al ver aquella escena se abalanzó rápidamente sobre mi y me susurró al oído. 

-Hoy te has portado realmente mal Anhel.-

Comenzó a besar mi cuello y a rozar su abultado miembro sobre mí, estaba tan caliente que sentía que estallaría en cualquier momento. 

-Necesito que me hagas tuya, cómeme ahora, demuéstrame por qué llevo pensándote cada noche Ethan.- 

-Anhel, no me hables así.- *susurró mientras mordía mi cuello.*

Tomé su espalda con ambas manos hasta dejar mis uñas marcadas.
Tomo mis senos entre sus manos y comenzó a tocarlos con una delicadeza que exigía más al mismo ritmo de mi respiración acelerada iba aumentando la intensidad en sus apretones.

Ojos de bengalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora