Hombre de Negocios (HISTORIA TERMINADA)

1: ¿Propuesta u obligación?

Allegra

Nunca me gustó que las historias empiecen con el típico "Había una vez". Siento que se queda corta la expresión. Y que cada suceso aislado en nuestra vida, al mismo tiempo forma parte de una larga cadena de sucesos que se entrelazan entre sí como una suerte de causa y consecuencia, como que las cosas no comienzan "una vez" cualquiera, sino que se van dando y se continúan hasta llegar al camino que cada uno de nosotros tenemos preparado para nosotros mismos.

He escuchado casos extraños, como el de una mujer que maldijo su reloj despertador por no haber sonado, haciéndola llegar tarde a una reunión importante de trabajo, y luego se enteró, más tarde, de que el autobús que solía tomarse todas las mañanas, al cual ese día no había llegado a subirse por causa de la tardanza, había sufrido un accidente terriblemente fatal, y entendió que quizás si se hubiese despertado a tiempo, hoy estaría en un hospital o probablemente muerta.

Otro ejemplo, pero reflejado en mi historia, fue uno de los momentos más importantes de mi vida, el que me abrió muchas puertas, y lo más importante: revivió mi corazón; el que se pudo dar gracias a que tengo a mi amiga Maite, con quien somos amigas desde pequeñas y hemos cultivado el vínculo todos estos años; y al hecho de que ella hacía un par de meses había entrado a trabajar a la famosísima empresa Astral, más precisamente a la sede principal que quedaba en el centro de la ciudad en el sector administrativo. El que ella hubiese comenzado a trabajar allí como secretaria del subdirector le proporcionó no sólo un buen puesto con un buen sueldo y la posibilidad de ascenso, sino también la oportunidad de participar en la fiesta de integración y fin de año.

Entró a una reunión a servir café justo en el momento en el que sus superiores comentaban acerca de un tema en particular sobre el que estaban preocupados: Astral producía una de las cervezas más importantes y más consumidas del país y por este motivo las fiestas que organizaba eran contadas pero muy concurridas. Como toda empresa famosa y capitalista le convenía ganarse el favor de sus clientes y fortalecer las relaciones sociales, así que en esa oportunidad habían organizado una por todo lo alto para los empleados, los principales inversores, y posibles nuevos clientes acaudalados e importantes.

El inconveniente era que las fiestas empresariales, más cuando son compañías de esta talla, son bastante aburridas en sí, se trata de ver gente bien vestida haciendo poses y fingiendo entre ellos caerse bien, hay música ambiente de fondo y comida y bebida para consumir hasta explotar.

Por lo general empiezan entre las nueve y las diez de la noche y a las dos de la madrugada ya no suele quedar nadie. Eso, en mi pueblo y en mi opinión personal, podrá ser de todo menos una fiesta.

Precisamente en ese momento una de las principales marcas competidoras de Astral, Runa, parecía estar ganando terreno en el área de las ventas y las malas lenguas aseguraban que estaba creciendo inconmensurablemente, así que uno de los temas a tratar en esa reunión a la que mi amiga entró a servir el café era pensar en propuestas para hacer la fiesta única, presentar ideas originales y dejar concurrir a toda la prensa posible, para que al día siguiente saliera en todos los diarios y canales de televisión como un éxito y asegurarse el favor de los clientes nuevos que les interesaba que invirtieran y que iban a concurrir.

Varios de los allí presentes ya habían aportado ideas e iban agrupando a un costado las que consideraban potables. Cuando Maite fue a servirle al director en persona escuchó que una de las propuestas era contratar a uno de esos animadores profesionales que animan las fiestas, para que no fuese un bodrio empresarial para variar y que en ese sentido pudiesen marcar la diferencia, y mi amiga no tuvo mejor idea que proponerme... a mí.

Como animadora profesional.

La cara que se me debe haber quedado cuando me lo contó le debió haber dado miedo porque enseguida comenzó a defenderse.