Allegra
Desperté confusa. Por un momento, por un enmarañado y delicioso instante, me pregunté dónde estaba, hasta que las cuatro paredes de mi encierro me devolvieron a la realidad.
Alguien hablaba: un sonido que al principio se oyó lejano, para luego cobrar más claridad, me ayudó a terminar de aclararme.
— ...Despídete de ella; es la única oportunidad que tendrás.
Sentí que alguien colocaba bruscamente algo en mi oreja.
— ¿Cariño...?
Allí fue donde me desperté real y completamente. Su voz gruesa y suave, actuó en mí como siempre, como un bálsamo para mis heridas, afectando todas las partes de mi cuerpo.
— Jared...
No reconocí ni mi propio timbre de voz. Salió áspero y entrecortado, de tantos días drogada, gritando y casi sin agua.
Me arrebataron enseguida el móvil por el cual había hablado con él, se levantaron bruscamente y antes de retirarse de la habitación, los dos hombres y Max, vi como este último, antes de cerrar la puerta, me dedicaba una última mirada burlona, llena de desprecio. Enseguida la angustia volvió al darme cuenta de que acababa de irse con ellos la última oportunidad de escucharlo, de sentirlo aunque sea a través de un teléfono. No había bastado, no era suficiente, nunca lo sería. Hasta ahora, había soportado estoicamente las inyecciones regulares y los maltratos. Los cardenales y las heridas en mi cuerpo ya ni siquiera dolían. No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado, sólo era consciente del vacío abismal de mi estómago que denunciaba no recibir comida en un largo período. Todo eso, no había importado, porque algo en mi interior había decidido aferrarse a la esperanza de que tarde o temprano encontraría la forma de salir de aquí.
En mis pocos momentos de consciencia, evocaba su recuerdo y me evadía en él, minutos, horas, no sabía cuánto; hasta que en algún momento uno de los gorilas se daba cuenta de que yo estaba lúcida y venía a aplicarme la dosis correspondiente una vez más.
Sabía que me estaban vigilando todo el tiempo, pues había una cámara en el techo, en una esquina, que siempre tenía encendida una luz roja, y a veces se me daba por pensar que en ocasiones, les gustaba dejarme permanecer despierta un tiempo más de lo normal. Como un león que juega con su presa, dejaban correr los minutos seguramente sólo observándome, imaginando, saboreando cómo en mi mente corrían los más oscuros pensamientos, dejando que mi cabeza complicara aún más la situación, haciéndome plantearme dudas, dolores y miedos.
Por eso, trataba de no llorar. Por lo menos, no iba a darles ése gusto.
Al parecer esta era una de las ocasiones en donde me observaban por la cámara, ya que los tres se habían marchado dejándome en el piso, demasiado débil para levantarme o moverme, pero consciente. Incómoda, dirigí la vista hacia el aparato colocado en la esquina. Le di a mi mente otro rumbo, tratando de no pensar en ello, y me concentré en intentar mover mis dedos. Nada conseguiría con lograrlo, más que recuperar la movilidad, pero aún así lo intenté.
Llevaba pocos minutos y menos avances en la tarea cuando empecé a escuchar ajetreo proveniente de algún lugar al costado de la sala. Paré de moverme y me quedé congelada, intentando aguzar el oído, con el corazón latiéndome a mil por hora, en tanto los sonidos se hacían cada vez más audibles, hasta que supe que lo que sea que estuviese ocurriendo había llegado a mi puerta.
La madera se abrió y entró en el cuarto el hombre más grande. En cuanto lo miré a los ojos, supe sus intenciones. Mi interior se congeló y se acentuó el silencio que se había producido desde su irrupción mientras sólo nos mirábamos, yo en actitud alerta, intentando medir sus pasos; él disfrutando.
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Hombre de Negocios (HISTORIA TERMINADA)
RomanceEn estos días, la continuación!!! Libro II: Hombre de Negocios - Jugando con Fuego "Encuentro" Un hombre de negocios bien plantado en su carrera, con un futuro brillante, una empresa a cargo y muchos dilemas que resolver, pero su vida está vacía hac...