Allegra
Los días pasaron, y aunque el fantasma de lo ocurrido seguía allí, acechándome, en especial por las noches, en donde me atacaban feroces pesadillas, no dejaba que ninguno de mis amigos se diera cuenta. Maite se había instalado conmigo lo que duró el proceso de recuperación, de hecho era ella quien me cambiaba las vendas y me ayudaba los primeros días, en donde las heridas me dificultaban moverme a causa del dolor, y siempre me preguntaba cómo estaba y me pedía hablar del tema, aunque yo me negaba. Y mi respuesta fue siempre la misma: "estoy bien".
Y la verdad era que, dejando de lado los momentos en donde lo acontecido venía a mí, realmente estaba bien. Era tanto el alivio de saberme a salvo luego de aquel horrible suceso, de estar de nuevo en mi casa, en mi ambiente, que la tranquilidad que tanto había necesitado había llegado a mí.
En cuanto a Jared, me obligaba a no pensar; tarea que resultaba difícil ya que él ocupaba mi mente todo el tiempo, y que comenzó a tornarse imposible a medida que los días pasaron y no tuve noticias de él. Ni un llamado, ni un mensaje.
Sabía que Maite lo veía, porque jamás faltaba a su trabajo en Astral a pesar de estar afanada en su tarea de cuidarme, pero ella no me comentaba nada y yo no me atrevía a preguntarle.
El quinto día luego de nuestra ruptura, estuve a punto de hacerlo. Estuve a punto de mandar mi orgullo a tomar por saco e inquirirla por él, averiguar cómo estaba, si tenía buen semblante o en cambio estaba destruido, como yo me sentía por dentro. Tardé más de lo necesario en hablar y justo cuando me decidí sonó el timbre, había llegado Dan para nuestra noche de películas, y tuve que callar. No iba a escoger justamente ese momento para hablar de Jared, primero porque no quería que nadie más oyera y segundo porque cada vez que Maite lo nombraba estando Dan presente, su semblante sufría una transformación tan grande que pasaba de ser una persona a un toro embravecido a punto de llevarse los muebles por delante.
El séptimo día comencé a perder muchísimas valiosas horas de sueño. Gracias a Dios, Maite dormía como una marmota a mi lado y nada la despertaba, salvo el molesto ruido que usaba como alarma en su celular indicándole que era hora de levantarse para ir a la oficina; no me hubiese caído en gracia que ella atestiguara aquellos momentos que me llenaban de vergüenza.
Ni bien apoyaba mi cabeza en la almohada, pasaba horas pensando en él, y nada me evadía de los recuerdos de todo lo lindo que habíamos vivido, y aunque me daban paz y me hacían sonreír, también me provocaban enorme nostalgia y una tristeza que se me clavaba en el pecho casi como un dolor físico, arrancándome lágrimas que pugnaba por no dejar salir, haciéndome entender cuánto lo extrañaba. Permanecía lo que parecían horas en ese estado, dando vueltas en la cama de dos plazas, intentando no molestar a mi amiga, y me obligaba a pensar en otras cosas: en mi trabajo, en los proyectos que había hablado con Maite, los cuales estaba pronta a poner en marcha ni bien me recuperara.
Irremediablemente, su sonrisa y sus ojos miel volvían a mi memoria.
Cuando por fin lograba dormirme, caía en un sueño liviano e inconstante plagado de pesadillas, de las cuales me despertaba agitada, bañada en sudor y sobretodo confundida, creyendo que aún me encontraba en aquella fábrica. Me obligaba a levantarme y darme un baño, y luego volvía a la cama a esperar simplemente el amanecer, ya no quería volver a dormirme.
Así transcurrieron cuatro días más, donde me afanaba en levantarme más temprano que Maite para maquillar mis ojeras y siempre la esperaba con el desayuno listo y una sonrisa, lo cual la sorprendió gratamente el primer día, pero luego comenzó a sospechar. Tenía que hacer algo urgente para paliar ese insomnio, porque aparte de alarmar a Maite, estaba haciendo mellas en mi cuerpo y en mi personalidad: lógicamente, tenía cada vez menos energía y aunque me empeñaba en ocultarlo, me convertía poco a poco en una persona melancólica, callada y taciturna. Estaba distraída, más torpe que de costumbre y me costaba lo que no está escrito concentrarme.
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Hombre de Negocios (HISTORIA TERMINADA)
RomanceEn estos días, la continuación!!! Libro II: Hombre de Negocios - Jugando con Fuego "Encuentro" Un hombre de negocios bien plantado en su carrera, con un futuro brillante, una empresa a cargo y muchos dilemas que resolver, pero su vida está vacía hac...