18: Lo que siempre esperé

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Allegra

Cuando nos quisimos dar cuenta se había hecho de noche.

A todo esto mi gata por supuesto seguía enojada conmigo y no se había despegado de Jared, estando todo el rato acurrucada en su regazo, tan profundamente dormida que ni siquiera se inmutaba cada vez que él se movía o se acomodaba en su postura en el sillón.

Debía reconocer que al principio me dio bastante vergüenza que Jared estuviera en mi apartamento, si bien ya lo conocía, las cosas habían cambiado bastante para mí luego de saber dónde vivía y a la clase de comodidades a las que estaba acostumbrado. Sentía que lo mío era muy poco en comparación, aunque sabía que era agradable y los ambientes eran acogedores, aún así al principio temía que se sintiese incómodo.

Pero si fue así, no lo demostró en absoluto, es más, luego de unas horas comenzó a moverse por el lugar con más confianza que antes, además de admirar las fotografías que tenía regadas por todos lados y elogiar unas adornos que había hecho yo a mano.

A medida que las horas pasaron comprobé gratamente que podíamos conversar acerca de todos los temas muy cómodamente.

No me atreví a abordar la conversación sobre lo ocurrido en Costa Azul. Aún sentía algo de vergüenza por mi actitud, aunque sus palabras habían calado hondo en mi ser y su actitud me había reconfortado y colmado de amor.

En lugar de eso, hablamos de su trabajo, al mencionarme él su preocupación por el hecho de que Runa, la marca rival de Astral desde siempre, parecía ganar terreno en algunas zonas cruciales para ambas empresas.

Luego de escucharlo completamente y perderme en mis pensamientos por un rato, le di mi parecer.

— No suelo mirar televisión, pero recuerdo hace poco estar en la casa de Maite, habíamos quedado para vernos, y ella siempre deja el televisor prendido en volumen bajo para que no haya tanto silencio. En un momento presté atención al aparato por cinco minutos y vi una publicidad muy cómica de una marca de refrescos. Ese anuncio se me quedó grabado durante unos días porque realmente hoy en día es muy difícil encontrar una buena publicidad, creativa y divertida, la volví a ver varias veces más luego de eso y siempre río con ella aunque ya la haya visto.

— ¿Dices que deberíamos volver a la publicidad? — preguntó acariciando su mentón, pensativo.

— No digo que sea la solución definitiva, pero quizás sea un camino. Astral dejó de hacer tanta publicidad desde el momento en que creció convirtiéndose en la marca líder — señalé en voz alta –. Podría ser una buena oportunidad para contratar una buena agencia de marketing que les haga una campaña de publicidad masiva. Todo el mundo sabe que Astral existe y que tiene la mejor receta aún después de tantos años, sólo tienes que hacer que lo recuerden.

Lo vi observarme un rato con ojos brillantes, sumido en sus cavilaciones.

— La vieja publicidad... Creo que tienes toda la razón – soltó casi sonriendo en un susurro, mientras tamborileaba con los dedos en sus labios. No pude evitar mirar aquel gesto y recordar el sabor de esa boca me hizo tragar saliva —. ¿Me das un segundo?

Asentí y lo vi ponerse de pie, retirar su móvil del bolsillo del pantalón y alejarse unos pasos para hablar, al parecer, con alguien de la empresa. No quería escuchar su conversación, pero tampoco es como que me quedara otra alternativa siendo que mi apartamento era pequeño y el solo se había retirado uno o dos metros dentro del ambiente en donde estábamos. Su voz era clara y totalmente audible.

— ¿Recuerdas aquella empresa de marketing que mencionaste hace un tiempo? ¿Era de tu cuñado, algo así? — preguntaba a su interlocutor mientras jugaba con sus dedos, frotándose la barbilla recientemente rasurada. Otra vez observé el gesto hipnotizada deseando ser yo quien acariciara ese perfecto y pronunciado mentón. Me obligué a apartar la mirada –. Quiero que el lunes a primera hora los llames y les pidas una reunión urgente con los directivos de Astral. Diles que tenemos un trabajo que proponerles — continuó hablando y hubo un momento de silencio en donde la persona que se hallaba al otro lado de la línea le contestaba. De pronto se giró y me miró con un brillo en los ojos y una sonrisa de lado mientras respondía a algo que le había dicho su interlocutor –: Efectivamente. Creo que es una acertada idea y una buena posibilidad.

Hombre de Negocios (HISTORIA TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora