16: Fantasmas de ayer

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Allegra

Me desperté invadida por una calma y una sensación de sosiego y seguridad que hacía mucho no experimentaba, y luego de un par de segundos en los que me esforcé por volver a la realidad saliendo del sopor inherente al sueño, entendí por qué mientras miraba a mi alrededor.

Estaba en una cama amplia de dos plazas y media, en una habitación gigante que pertenecía al hombre que en tan poco tiempo me había vuelto completamente loca.

Los rayos leves del sol se filtraban a través de las persianas de las puertas de vidrio que conducían al segundo balcón de la casa iluminando apenas el cuarto, y cuando me giré en mi posición hacía el otro lado de la cama, lo oí.

- Buen Día, preciosa.

Su voz grave era especialmente ronca por las mañanas y mientras abría de par en par mis ojos como respuesta automática a tal estímulo sentí que un engranaje se ponía en marcha dentro mío activando sensores por todo mi cuerpo.

Estaba sin camiseta, con su torso al descubierto, tenía sólo un pantalón de franela y apoyaba el codo en la almohada y el mentón en el dorso de su mano, de costado hacia mí, mirándome con ojos somnolientos. Dios. Era tan hermoso e imponente.

- Buen Día - saludé -. ¿Hace cuánto estás despierto?

Miró hacia arriba mientras hacía memoria con los ojos entrecerrados.

-Mmm... hace quince o veinte minutos, quizás.

- ¿Y todo este tiempo estuviste mirándome?

Sonrió seductor como toda respuesta y automáticamente me llevé las manos al rostro en un intento por apagar el incendio que se había producido en mis mejillas. Sentí el contacto de las suyas apartándomelas para observar a sus anchas mi rubor.

- No te cubras por favor. Me encanta ver cómo te sonrojas.

Sonreí apenada mientras pensaba qué hora sería. Tomé mi móvil de la mesa de luz que tenía al lado de la cabecera y casi me caigo de la cama cuando vi la hora: ¡Las diez treinta!

- ¡Joder, joder! - exclamé levantándome a la carrera y sobresaltando a Jared, buscando mi ropa por algún lugar de la habitación.

- ¿Qué ocurre? - preguntó incorporándose.

- Hace media hora debería estar en el bar. Dios, ¿Qué le voy a decir a Daniel?

Lo sentí seguirme con la vista en mi carrera por encontrar mis cosas. Justo cuando me disponía a ir al baño a cambiarme (estaba con un pantalón de pijama de él y una camiseta que me iba gigante), lo escuché hablar por detrás mío, aún recostado.

- Lo siento, podría haberte avisado cuando desperté, pero había olvidado que hoy trabajabas. Pensé que te tendría toda para mí hoy.

Reí sarcásticamente por dentro y me giré para contestarle.

- Jared, no es momento para... - me detuve cuando lo vi. Él no estaba bromeando, su cara de aflicción al ver que me iba lo decía todo. Dios, ¿esto de verdad estaba ocurriendo? Dudé, la verdad era que quería quedarme con él con todas mis fuerzas pero no podía fallarle a Daniel, y ya estaba llegando media hora tarde.
Vi cómo Jared leía la expresión en mi rostro.

- Siempre podrías decirle que estás enferma - me dijo, y yo hice una mueca de desagrado. No me gustaba mentirle a nadie, y además no quería fallarle a Dan -. Sé que es mentira, pero así... podrás quedarte conmigo toda la tarde. Dios, no se qué demonios me ocurre ni que hago pidiéndote esto - se rascó la oreja, con culpa y desconcierto -. ¿No se supone que un sábado hay más trabajo a la noche que a la mañana en un bar como el tuyo?

Hombre de Negocios (HISTORIA TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora