17: Mi Lugar

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Jared

Sabía que ella estaba incómoda de alguna manera. Podía ver en sus ojos que lo que le preocupaba era la forma en la que esto estaba yendo y eso la frenaba condicionándola a no poder relajarse del todo, a no sentirse ella misma.

La rapidez con la que se estaban sucediendo las cosas era algo que aún no había cruzado por mi mente, algo en lo que aún no había reparado, o quizás no me había detenido a darle la suficiente importancia. Lo único que sabía era que cada segundo a su lado se sentía extrañamente reconfortante, me sentía tan bien que incluso el tiempo se me iba volando.

Quería más, más de su compañía, más de su calor, de su luz. No estaba listo para dejarla ir, como cada vez que la veía.

Así que le ofrecí salir a tomar el aire para ver si de algún modo podía borrarle de la mente esa inseguridad que estaba sintiendo. Ella me hacía sentir especial y quería que se sintiera aún mejor conmigo, por algún motivo que desconocía tenía la necesidad de que llegase a su casa y no pudiera dejar de pensar en la tarde que pasaríamos, quería que se recueste en su cama ahogada en suspiros por mí, volverme una parte tan fuerte de su vida que ya nunca más pudiera borrarme, llegar a ella como nunca lo había hecho otro hombre. Y eso era lo que me había propuesto hacer. No estaba pensando claro, efectivamente. Solo me dejaba llevar por lo que estaba sintiendo.

Conduje por más de una hora a las afueras de la ciudad mientras ella cambiaba las estaciones de radio parando cuando encontraba una canción que le gustaba, y se ponía a tararearla con aquella voz tan angelical algo afectada por las sacudidas que daba el auto en el camino, que me transportaba a un submundo maravilloso, totalmente desconocido para mí y que no quería dejar de explorar.

Yo la miraba de reojo sonriendo mientras la dicha me embargaba al escucharla y a la vez al comprobar que por fin había recuperado su tranquilidad, había dejado a un lado su postura defensiva y se había entregado confiando por completo en mí y eso que no sabía dónde la estaba llevando.

Simplemente se había dedicado a disfrutar el viaje y a observar el paisaje rural que ya se veía a los costados de la carretera. Mientras la veía mirar por la ventanilla y removerse en su asiento canturreando una de las canciones de la radio, observé su perfil y tuve otra más de esas extrañas pero últimamente tan usuales sensaciones: todo en ella era tan hermoso y tan pequeño a la vez, su nariz, su labio inferior lleno, que de sólo contemplarlo me daban ganas de morderlo, y supe que quería estar así por mucho más tiempo. No sabía cuánto, ni hasta cuando duraría esto que teníamos, pero todo lo que ella me hacía sentir no dejaba de desbordarme y me tenía a la expectativa de cuánto más podía descubrir.

Aún ni siquiera habíamos tenido intimidad, la había besado solamente un par de veces, y eso en otra mujer hubiese sido más que suficiente para alejarme, pero en ella... no. En ella, eso significaba aumentar aún más el deseo y la intriga por conocerla más íntimamente, por explorar cada rincón de su cuerpo y hacerla sentir cosas que nunca había sentido con ningún otro hombre, era saber que aún nos quedaba mucho por hacer a pesar de la rapidez con la que estábamos yendo.

Yo no lo había dispuesto así, ella tampoco. Simplemente había pasado.

Cuando al fin llegamos a la pequeña ciudad costera adonde estábamos yendo bajé del coche y ella ya se encontraba de pie en el césped, mirando con atención a todos lados. La observé inspirar fuerte y llenar sus pulmones con aire de campo, con una sonrisa satisfecha y casi reí. Habíamos hecho el mismo gesto al mismo tiempo.

Supe que ella también se había dado cuenta de ese detalle cuando escuché su risa de cascabel y la encontré mirándome con sus ojos muy abiertos y brillantes.

Hombre de Negocios (HISTORIA TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora