Jared
Otra mañana tapado de trabajo.
Otra mañana sintiendo que iba a terminar en navidad con lo todo lo que tenía atrasado.
Pero una sonrisa de lado se me instalaba inconscientemente cada vez que me acordaba de que anoche había vuelto a ver a mi madre. No sólo la había vuelto a ver de hecho, sino que yo mismo la había retratado, debo decir, impulsado por un nuevo y extraño deseo de hacerlo, pero con miedo a lo que pudiese pasar en el proceso y al verlo terminado.
Sin embargo, no ocurrió como las demás veces, el agujero en el pecho no se hizo presente; sino que para mi sorpresa, me agradó volver a verla después de tanto tiempo, y me llenó de felicidad saber que después de nueve años de no haber visto siquiera una foto de ella, su recuerdo seguía intacto en mi memoria, tan bella como siempre, y una sensación cálida se instaló en mi pecho, de orgullo mezcla con agradecimiento, al comprender que fue posible por mi Ángel, gracias a su amor incondicional, que trabajaba en mí como un bálsamo curando mis heridas más profundas, ayudándome a enfrentar mis demonios, a sanar de verdad.
Me instaló una sensación de paz increíble, como la constatación de que de a poco volvía a estabilizarme, a recuperar mi equilibrio, a ser yo en toda mi esencia. Por primera vez empezaba a sentirme realmente pleno, teniendo ya todo lo que quería en mi vida. Esa sensación de estar bien por fin con uno mismo, me la había brindado ella.
Como también tenía el don de quitarme la paz.
Ahora por ejemplo, que acababa de colgar después de haber escuchado por minutos excusas para convencerme de ir hasta su casa a buscar no sé qué cosas, que seguro no necesita.
Sé que lo hace porque, conociéndola, no soporta más estar encerrada y quiere salir a tomar el aire, en parte por eso también claudiqué, no sin antes asegurarme de que salía en un coche, abrigada como un esquimal; con el inhalador y el móvil, al cual decidí escribirle todo el tiempo para no perder el contacto con ella y saber que regresaba a mi piso sana y salva.
Hubieron unos minutos donde no contestó y me obligué a pensar en otra cosa, el miedo constante a perderla me hacía ver fantasmas donde no los había. No podía pensar que por cinco o diez minutos donde no contestaba le había pasado algo, eso era ser ya demasiado paranoico y no podía vivir así el resto de mi vida.
Lo cierto es que cuando al rato de concentrarme en mi trabajo, vi su nombre destellando en mi móvil, me abalancé como un idiota a contestarle.
— ¿Qué ocurre, cariño?
Me esforcé en sonar normal y no como un enfermo que piensa que su mujer está en peligro de muerte constante.
— Hola amor, ¿puedes hablar? Tengo algo que contarte.
— Claro. Dime qué ocurre.
Me eché pesadamente en el respaldo de la silla de mi oficina, duro, mientras todas mis alertas se encendían al escucharla hablar.
— Oye, óyeme cariño, ¿seguro era Max?
— Claro, lo conozco de las fotos. El que no me conoce es él.
— ¿Y que ocurrió?
— Nada, nada. Vino a presentarse porque justo yo estaba afuera, y luego se metió en la casa sin más.
— ¿Dónde estás ahora?
— En el taxi, volviendo a tu departamento.
— Bien. Tengo que colgarte cariño. Te llamo en cinco minutos.
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Hombre de Negocios (HISTORIA TERMINADA)
RomanceEn estos días, la continuación!!! Libro II: Hombre de Negocios - Jugando con Fuego "Encuentro" Un hombre de negocios bien plantado en su carrera, con un futuro brillante, una empresa a cargo y muchos dilemas que resolver, pero su vida está vacía hac...