Narra Layla
Mi cuerpo dolía. Me acurruqué un poco más aferrándome a las sabanas. En estos momentos lo que menos quería era levantarme de la cama, pero mi cabeza no iba a permitírmelo. Comencé a abrir mis ojos de apoco estirándome en el proceso. Una vez que mi visión se aclaró, lo vi. Salte de la cama y no pude evitar gritar. El rió profundamente, un sonido hermoso y placentero. Me encantaba cuando reía de ese modo. Sin importar que tan irritada estuviera con él o qué tanto quisiera golpearlo por todo lo que me hace sentir, cuando reía, era como si no pudiera concentrarme en nada más.
—¡Alexander! —Digo lanzándole una almohada. Una sonrisa divertida permanece en sus labios.
—Me costará un poco escucharte decir mi nombre. —Dice frunciendo el ceño ligeramente. Su mirada se suaviza. —¿Como te sientes?
—Necesitan dejar de preguntarme eso. —Contesto sin querer ser tratada como una muñeca de porcelana que en cualquier momento se podía romper.
Mi cuerpo dolía en todas partes. Sentía como si un camión me hubiese pasado encima. Lo que menos quería era ver mi reflejo. Probablamente los moretones estarían pidiendo ser aclamados con su horrible color al igual que las bolsas en mis ojos. Parker ya se encontraba mirándome, por lo que no había a donde escapar.
—Romina me entrego esto. —Dice sosteniendo un pequeño recipiente. —Dice que te hará sentir mejor.
Pensé que mi corazón podría haber explotado en ese preciso instante. Sus hermosos ojos color avellana me decían que se preocupaba por mí. ¿Por qué lo hacía? No entendía cómo podía preocuparse de esta manera sin sentir absolutamente nada. No podía evitar sentirme de esta manera. Cada vez era más difícil.
—Adelante. —Digo moviendo las sabanas y exponiendo los moretones, los cuales eran mucho más visibles que ayer.Podía ver perfectamente la preocupación en su rostro. Me estremecí mientras el empezaba a tocar mi mejilla. Intenté concentrarme en cualquier otra cosa tratando de ignorar el dolor. No muestres que te duele. No seas una gallina. Parker hundió sus dedos en el frasco tomando una pequeña porción y con delicadeza lo colocó sobre mi mejilla. Su toque era cuidadoso contra mi piel. Estar así de cerca no estaba ayudando. Cada vez que respiraba, me llenaba de su delicioso olor. Si me movía, eso sólo nos acercaba más. No había forma de que me distrajera.
Todo lo que me importaba era su mano sobre mi piel, Mariposas enloquecieron en mi estómago. Su respiración era cálida y tentadora contra mis labios. Sus ojos encontraron los míos. Ése simple acto me robó la respiración. Su mano se deslizó por mi mejilla hasta mis labios, trazándolos con delicadeza. Parker cerró los ojos por un instante mientras negaba en silencio. En cuanto se separó, casi pude sentir mi corazón caer al suelo y hacerse añicos.
¿Qué le hizo detenerse? ¿Rebecca? Quizás lo que sentía por ella era más fuerte que su atracción por mi. La forma en que me miraba me decía tantas cosas. Maldición, de ninguna manera podía ser solo un desliz. Tenía que ser mucho más. Quería que fuera mucho más.
Continúe colocándome la crema en mis brazos mientras me miraba. Pude notar como su cuerpo se tensaba al ver las heridas. Con suerte los moretones habrán desaparecido a mitad de semana. No es que mis lesiones fueran un problema. Tenía cosas más importantes por las que preocuparme.
—Me gustaría retomar las clases de defensa personal. —Digo rompiendo el silencio. Parker frunce el ceño.
—No sé si sea una buena idea. —Dice negando con la cabeza.
Sabía que quizás no era una buena idea. Mi cuerpo dolía como los mil demonios, pero necesitaba golpear algo. Entrenar me hacía bien. Necesitaba despejar mi mente y sacar todo mi estrés de alguna manera. Tenía que probarle de alguna manera que me sentía bien.
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MI GUARDAESPALDAS
RomanceLayla Jones no solo es una chica rica de Los Angeles, también es la hija de uno de los empresarios más famosos y poderosos del país. Después del atentado sucedido en su cumpleaños, su padre sabe que Layla corre grave peligro y el único indicado para...