Narra Alex
Coloco mi mano sobre mi pecho como si de alguna manera eso pudiera amortiguar el inmenso dolor que estoy sintiendo. Exhalo con fuerza. Entrecierro mi puño y lo estalló contra el cristal de la sala de emergencias. Los pedazos de vidrio caen en forma de astillas por todas partes, provocando un ruido sonoro. Las enfermeras comienza a gritar a mi alrededor. No me quieren cerca de ella. Mis nudillos arden. Puedo ver cómo las pequeñas gotas de sangre comienzan a caer, manchando todo el suelo.
—¡Alexander! —Escucho la voz de mi hermano llegar. Se detiene en seco en cuanto observa la escena que acabo de armar. —Santa mierda.
Esto no era nada nuevo para Luke. Él ya había presenciado esta clase de situaciones en el pasado una cantidad de veces que ni siquiera era capaz de recordar. Coloca sus manos sobre mis hombros y me conduce con fuerza hacia la salida. En cuanto cruzamos él pasillo, puedo sentir las miradas de los doctores, enfermeras y algunos pacientes sobre mi. Seguramente piensan que he perdido la cabeza, y en efecto, realmente creo que lo he hecho.
—¿Se puede saber que mierda estás haciendo? —Me grita Luke deteniéndose en la salida del hospital. La angustia y enojo es clara en su rostro. —Primero el problema con la ambulancia, y ahora con el hospital, ¿Se puede saber cuál es tu jodido problema?
En comparación mía, eran contadas las veces que había visto a Luke realmente molesto, y esta era una de ellas. Sabía que se preocupaba por ella tanto como yo, pero no era lo mismo. Para él, Layla era como una hermana o mejor amiga, una confidente a quién podía contarle absolutamente todo, pero para mí, ella era mucho más. Ver cómo su vida se desvanecía frente a mis ojos era algo que me provocó un terror que jamás había sentido antes. El hecho de saber que en cualquier momento puedo perderla para siempre... es algo que no puedo soportar.
—No me quieren cerca de ella. —Digo con un nudo en la garganta.
—Tienes que entender que es el protocolo del hospital. —Dice Luke tratando de ser racional.
—No. Tú no entiendes. —Mi voz tiembla mientras intento luchar contra las lágrimas que comienzan a asomarse al borde de mis ojos. —El seguro de vida de Layla especifica que solo familiares tienen permitido decidir por ella si algo le sucede.
—¿Que puta mierda se supone que significa eso? —Dice Luke sin entender ni una sola palabra.
—El único que tiene el poder de decidir por ella es su padre. —Una mirada horrorizada cruza su rostro. —¿Entiendes lo que eso significa?
—¿Qué hay de Victoria o Sarah? —Dice rápidamente, la angustia que está sintiendo es la misma que yo sentía en cuanto me enteré de esa información. —Son sus hermanas.
—Legalmente solo lo es Victoria, y recién acaba de cumplir dieciocho años. —Digo desechando esa idea al instante. —Ella no tiene ni siquiera una identificación.
—Joder. —Dice él pasando las manos por su cabello con desesperación.
Lisa ya se encontraba tratando de dar con el paradero del padre de Layla, sin embargo no sabíamos cuánto tiempo pudiera llevar. Por ahora, lo único que podíamos hacer era esperar y que de alguna forma pudiéramos lograr que ese poder recayera en Victoria. Sabía que otorgarl una responsabilidad tan grande como la vida de Layla era mucho, pero no teníamos más opciones. Maurice se encontraba con Amber arreglando todos los papeles y hablando con diferentes abogados para que esto pudiera ser posible. Saber que ambas situaciones requerían un tiempo que no teníamos solo alimentaba mi desesperación.
Mientras Luke y yo tratamos de encontrar alguna otra solución, Victoria aparece. Sus ojos destilan una furia que jamás había visto antes. Ella se acerca a mí y me empuja con fuerza. Luke la mira sorprendido sin comprender su reacción.
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MI GUARDAESPALDAS
RomansaLayla Jones no solo es una chica rica de Los Angeles, también es la hija de uno de los empresarios más famosos y poderosos del país. Después del atentado sucedido en su cumpleaños, su padre sabe que Layla corre grave peligro y el único indicado para...