Adiós, Alexander.

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Narra Layla

Parker deja escapar una respiración frustrada mientras retrocede varios pasos. Parpadea y se da la vuelta como si no quisiera que lea las emociones que obviamente están presentes en algún lugar profundo de él. Mi corazón empieza a doler cuando me doy cuenta de lo que sucede. Por mucho que intente proteger mi corazón de él, es inútil. Lo va a romper eventualmente, si permito que esta situación continue. Cada vez que estoy con él, Mi corazón se acelera más y más. Por más que su mirada me de todas las respuestas que necesito saber, no es suficiente.

Estoy tan cansada de ver el dolor en sus ojos y no saber la razón de él. He guardado la esperanza de que si voy lo suficientemente lento con él, eventualmente atravesará lo que sea que lo detiene. En todo este tiempo he estado creyendo que él simplemente no podía manejar las cosas que se han desarrollado entre nosotros, y necesita tiempo, pero no es así. El cree que lo que sea que nos une, no vale la pena. El no quiere luchar por lo que siente. Ahora más que nunca sabía que sentía algo por mí. Pero si no estaba dispuesto a arriesgarse... Yo no iba a hacerlo por él.

Exploro la habitación una vez más para asegurarme de que empaqué todo. Cuando salgo y cierro la puerta no puedo evitar sentir un gran vacío. Amaba mi casa, y nada me dolía mas en el mundo que abandonarla. Miro la hora, son alrededor de las tres de la mañana. Todavía quedaba algo de tiempo. Amber no había tardado en llegar en cuanto recibió mi mensaje. En cuanto llegue a la sala, ella se encontraba ahí con sus maletas.

—¿Todo listo? —Pregunta abrazándome. Asiento sin decir más. Si hablaba más al respecto acabaría siendo un mar de lagrimas.

—Todo se encuentran dormidos, así que es nuestra oportunidad. —Murmuró mientras observo por la ventana que Henderson todavía se encuentra afuera.

—Me quedaré aquí por si vienen Henderson o Parker. —Dice Amber mirando hacia la ventana.

—Bien, intentaré ser lo más rápida que pueda. —Respondo enseguida.

Seguido de eso me dirijo hacia la oficina de mi padre, conseguir las llaves no había sido nada fácil. Aproveche el momento justo en que Romina se encontraba distraída para tomarlas de su dormitorio, pude hacer una copia y las regrese sin que se diera cuenta. En cuanto atravesé la puerta me dirijo hacia los cajones del escritorio. Todos se encontraban bajo llave. Al abrirlos no me encontré con nada importante, eran únicamente contratos y cheques de la empresa. En estos cajones no había absolutamente nada que pudiera servirme. Si aquí había algo importante, tenía que estar en la caja fuerte.

Me apresuro para abrirla, pero no es bajo llave. La caja esta protegida por una clave numérica. Únicamente podía intentar tres veces, de no ser así la alarma sonaría y arruinaría todo. Probé con la fecha de mi cumpleaños pero no lo conseguí, luego con la de mi padre y tampoco lo conseguí. Probé una vez más con algo que únicamente mi padre sabría. La clave era la fecha en la que vimos a mi madre por última vez, debido a las postales pude confirmar el día exacto.

Al abrirla me encontré únicamente con una carpeta de documentos. Son todos mis documentos importantes al igual que los de mi padre. Mientras continuo revisando me encuentro con algo totalmente extraño. La documentación de Sarah también se encontraban bajo posesión de mi padre. Acta de nacimiento, huellas dactilares, análisis, actas escolares, mi padre tenía todos los documentos del pequeño demonio. Cierro la carpeta nuevamente y la regreso a la caja fuerte. Me sentía completamente confundida. La puerta de la oficina se abre de golpe.

—Tenemos que irnos ahora. —Dice Amber mientras mira sus espaldas. —Henderson podría encontrarnos en cualquier momento.

Me alejo del escritorio rápidamente mientras apago las luces y me dirijo hacia la puerta. En cuanto nos dirigimos hacia las escaleras para subir a la habitación, la puerta principal se abre. Henderson se encuentra mirándonos completamente extrañado desde la puerta. Amber sonríe como tonta sin saber qué decir.

MI GUARDAESPALDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora