Narra Layla
El amanecer alumbró la sala de una manera inimaginable, por lo que mis ojos se abrieron poco a poco mientras se familiarizaban con la luz. No recuerdo el momento en que pude conciliar el sueño, pero lo que sí puedo recordar es quedarme hasta tarde hablando con Alex, sin ser capaz de regresar a la habitación y enfrentar a mi hermana. Parpadeo un par de veces y restriego mis ojos tratando de asimilar lo que sucede. Cuando intento levantarme, puedo sentir las manos de Alex enroscadas alrededor de mi cintura. Una sonrisa cruza por mis labios mientras me acurruco nuevamente sobre su cálido pecho. Miro su bello rostro adormilado adorando la perfecta simetría de su mandíbula, labios, nariz... Absolutamente todo era perfecto. Suspiro sin poder creer que nos encontremos aquí, en este diminuto sofá y con un maravilloso amanecer frente a nosotros.
Cerrando los ojos con fuerza, dolió cuando aspiré mi siguiente aliento. Únicamente nos quedaban un par de horas más en esta hermosa ciudad. Hoy se rompe la burbuja, y regreso devuelta a mi cruda realidad. Por más que quisiera quedarme, sabía que todavía quedaban muchas cosas por hacer en Los Ángeles y no podía permitir que Alexander se alejara de su trabajo por más tiempo. Después de unos minutos, puedo sentir sus brazos moverse ligeramente, como su agarre se suaviza y sus ojos se abren poco a poco. Un gran bostezo sale de sus labios y parpadea un par de veces para aclarar su visión.
En cuanto su mirada me encuentra, todos los pensamientos que se encontraban girando en mi cabeza, se calman. Estar cerca de él me calmaba de una manera que necesitaba tan desesperadamente. No solo era la persona que más amaba, también era el refugio que tanto necesitaba.
—¿Qué tanto estás pensando? —Dice acariciando mi mejilla. Su tono ronco recién levantando era definitivamente es una de mis cosas favoritas.
—¿Todavía me amas? —Le preguntó notando que me está mirando detenidamente. Yo no podía evitar pensar en mi cabello revuelto, mal aliento, maquillaje corrido, ojeras y el hecho de que tuviera que dormir pegado a mí en un espacio tan pequeño. Una sonrisa se dibuja sobre sus labios.
—Siempre. —Dice besando mi frente y seguido de eso me aferra contra su pecho. —Eres hermosa.
Me besó suavemente, y luego se levantó lo suficiente para que mi cuerpo estuviera debajo de él suyo. Sacando mi mano de su hombro, entrelazó nuestras manos y las llevó a su pecho. Podía sentir su corazón latir con fuerza, casi tanto como el mío. Cuando Alexander comienza a profundizar el beso, un fuerte chillido me hace retroceder y cuando estoy a punto de caer del sofá, Alex me sostiene en un movimiento rápido.
—¡Por el amor de Dios! —Grita Luke nuevamente mientras se cubre el rostro dramatizando toda la situación.
—¡No grites así! —Le reclamó sintiendo mis mejillas arder de vergüenza. No estábamos haciendo nada malo pero su reacción me hacía creer que si.
—¿Qué mierda, hermano? —Dice Alex realmente molesto. Joder, realmente se había vuelto mal hablado por mi culpa.
—Ustedes búsquense una habitación —Dice con disgusto mientras se dirige a la cocina. Mis mejillas se enrojecen aún más y enseguida quiero desaparecer.
—No estábamos haciendo.... —Cuando Alex comienza a justificarse, sus padres atraviesan el pasillo acercándose a dónde estamos. —Mierda.
—Voy a enfermarme. —Digo esperando que la tierra me trague en cualquier momento.
—Buenos días a todos. —Dice Marissa con una sonrisa amigable, ignorando por completo lo que ha escuchado. Ella es tan políticamente correcta que me hacía quererla aún más.
—Nosotros hemos venido a despedirnos y agradecerles por estos días. —Dice Bill también con una sonrisa. —Me temo que tendremos que retirarnos ya que han surgido un par de compromisos de último minuto.
ESTÁS LEYENDO
MI GUARDAESPALDAS
RomansaLayla Jones no solo es una chica rica de Los Angeles, también es la hija de uno de los empresarios más famosos y poderosos del país. Después del atentado sucedido en su cumpleaños, su padre sabe que Layla corre grave peligro y el único indicado para...