Capítulo 9: About A Girl

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Liam.

—Lo siento, pero fracasarías como paparazzi —dice Mason, mi mejor amigo, al mismo tiempo que me devuelve mi celular—. No se le ve bien la cara.

—Lo sé, pero me temblaban las manos —confieso, guardando mi teléfono en el bolsillo delantero de mi pantalón.

—Al menos dime que hablaste con ella —pide, juntando sus manos como en una plegaria. Encojo los hombros a modo de respuesta. Él suspira—. Bien, el ratón te comió la lengua estando en su presencia. Otra vez. ¿Sabes? No entiendo cómo puedes estar enamorado de una completa extraña. No, espera, no entiendo cómo puedes creer que estás enamorado de una completa extraña.

—Porque además de ser muy bonita es amable, humilde, bondadosa...

—Aja, y sabes eso porque has hablado con ella tantas veces, ¿cierto? —ironiza, interrumpiéndome.

—No necesito hablar con ella para saberlo —le digo con seguridad.

De pronto el grupo de chicos delante de nosotros en la fila de la dulcería del cine empiezan a golpearse el pecho como si fuesen simios. Mason y yo les miramos extrañados antes de seguir con nuestra conversación.

—Si dices que es paciente de tu padrastro... ¿por qué no le preguntas a él su nombre? —inquiere, enarcando una ceja.

—No, gracias. Prefiero no hacerlo.

—De acuerdo. No lo hagas. Continúa enamorado de una desconocida, sigue acosándola en sus breves encuentros en el hospital. —Ruedo los ojos—. ¿Te has puesto a pensar que quizás tenga una enfermedad mortal? ¿O que podría tener treinta años?

—Viste su foto, sabes que no tiene treinta años.

—Corrección, vi una foto borrosa en la que apenas se distinguen los colores de las paredes del hospital. No sé cuántos años tiene. Y tú tampoco.

—Luce de nuestra edad —indico a la vez que avanzamos un poco más en la fila.

—Tengo una tía que tiene cincuenta años y parece de treinta. Mamá la odia —agrega con una mueca—. Como sea, a personas como mi tía les llaman traga años, por verse más jóvenes de lo que realmente son.

—Acabas de inventarte eso, ¿no? —Meto las manos en los bolsillos de mi suéter color rojo, mirándole con el ceño fruncido.

Mason sacude la cabeza.

—Por supuesto que no. ¿Qué tal si la chica que te gusta es en realidad una mujer de treinta y tantos que se ve como una adolescente?

—Creo que su nombre es Amanda —suelto—. Tiene cara de ser una Amanda.

—¿Qué?

—O tal vez se llame Michelle. También le queda.

—Quizás tenga novio.

—¿Qué? No. No tiene novio. —La fila avanza otro poco más—. No puede tener novio.

—¿Por qué no? ¿Solo porque a ti te gusta ella? —me cuestiona, arqueando ambas cejas. Sin saber muy bien qué responder, encojo los hombros y miro al frente—. Vamos, Liam, no puedes creer eso en verdad, ¿sabes lo raro que es que tú estés obsesionado con una chica a la que tan solo has visto un par de veces en el hospital? Quiero decir, suena a algo que pasaría en un libro de John Green, pero eso probablemente acabaría con un final triste. Como sea, no es sano que...

Las palabras de Mason pasan a segundo plano cuando por el rabillo del ojo capto un rostro familiar, uno que capta toda mi atención al instante y me hace dejar de pensar cuál combo de palomitas compraré.

About Witches & Covens | AW&W: 3 | Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora