—Oh, que bien. Llegaste —articulo aliviado, procurando mantener un tono bajo de voz, al ver a mi mejor amigo parado en el porche de mi casa—. ¿Por qué tardaste tanto?
—Lo siento, vine tan rápido como pude —se disculpa al pasar, evadiendo con agilidad responder a mi pregunta—. ¿Dónde está Mer?
—Arriba —le informo, cerrando la puerta y haciendo un ademán para que me siga—. Durmiendo profundamente.
—Pero dijiste que se había caído.
—Bueno, eso no la despertó ni un poco —indico, subiendo los escalones de dos en dos—. Te lo juro, ni siquiera sintió el golpe.
Después de que Mer terminó de escribir los diez nombres de la última parte de la lista negra, había caído al suelo de forma tan repentina que no tuve tiempo de moverme y evitar que su cabeza golpeara contra el suelo de madera, fue como si solo se hubiera vuelto sonámbula con el mero propósito de escribir los diez nombres faltantes de la lista.
—¿Y trataste de despertarla?
—Como te dije por teléfono, sí, lo intenté, solo que ella simplemente no reacciona —mascullo al tiempo que llegamos al segundo piso—. Por eso te pedí que vinieras, necesito que te asegures de que ella está bien —añado al momento que entramos a mi habitación—. No sé si esto haya sido obra de esa bruja Christine o no, pero por si acaso, puse un poco de protección —explico, refiriéndome al círculo de cenizas de serbal alrededor de la cama, el cual rompo apenas un poco para que él pueda acercarse a Meredith.
—Hiciste bien —masculla, tomando la mano no enyesada de Mer—. No siente dolor. Su respiración es acompasada y su corazón late tranquilo. Creo que tienes razón y ni siquiera sintió nada.
—¿Pero?
—¿Uh?
—Sé que hay un "pero" de por medio, tu cara me lo dice —le digo—. Así que suéltalo.
—Nada. No es nada —suelta, mas lo conozco tan bien como para saber que miente—. ¿Llamaste a Lydia? —me pregunta antes de pueda hacerlo contarme lo que sea que oculta.
—Sí. Dijo que la lista en su computadora se desbloqueó. Las palabras "sin contraseña requerida" al principio de ésta —le comunico—. También dijo que iba a llamar a Eichen House, para asegurarse que la otra Meredith esté bien.
—Ojalá lo esté —susurra.
—No sé tú pero, con esto, estoy aún más convencido de que esa maldita bruja es quién está detrás de todo este asunto de la lista negra —expongo, retorciendo mis dedos con nerviosismo.
—Sí, yo también creo que tiene la pinta de ser obra suya —expresa, mirando a Meredith con una mezcla de incertidumbre y preocupación.
—Okay, tienes que decirme qué pasa. Y no me digas que no es nada porque obviamente es algo —espeto en voz baja, sintiéndome un tanto exasperado.
Scott hace una leve mueca.
—No quiero preocuparte —musita.
—Que digas eso hace que me preocupe. Y mucho —le advierto—. Así que solo dilo —le pido y él suspira con pesadez.
—Es el corazón de Mer... —comienza a decir, haciendo una pausa que me parece eterna e innecesaria—. Hay algo extraño en él, en su palpitar.
—¿Qué quieres decir? ¿Extraño en qué sentido? —balbuceo, arrugando el entrecejo y removiendo mis manos con nerviosismo.
—No lo sé —formula, sacudiendo ligeramente la cabeza y encogiendo los hombros—. Pero desde hace unos días no he podido sacarme ese pensamiento de la cabeza ni he dejado de escuchar sus latidos para tratar de descubrir qué es lo que pasa.
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About Witches & Covens | AW&W: 3 | Teen Wolf
FanfictionEN EDICIÓN LENTA. [Libro #3 de la saga "About Werewolves and Witches"] NOTA: por favor, lee la segunda sección del libro Steredith antes de empezar con este. {Spoiler alert!} Tras convertirse en un hombre lobo, la paz es algo que suele escasear...