3 - El entrenamiento del maestro Yamikotai

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El grupo de Inuyasha continuó su camino hacia el monte Fujinomiya junto con Amane. 

Llevaban dos días de camino y Sesshomaru no había vuelto a molestarles.

— Ya casi estamos, puedo sentir el aura demoníaca rodeando el lugar.— afirmó el monje

Pocos minutos después, se encontraban ante unas escaleras que conducían a un gran templo.

— Creo que es aquí.— habló de nuevo

— Pues entonces subamos.

Amane posó su pie sobre la primera escalera y una fuerza desconocida la empujó hacia atrás.

— Una barrera.— dijo la exterminadora

— Me desharé de ella enseguida.

Inuyasha desenvainó su espada, la cual se volvió roja al instante.

— ¡Colmillo de hierro!— gritó blandiendo su espada contra la barrera

Al segundo, un anciano apareció ante ellos.

— ¿Pero qué habéis hecho?— se lamentó

— Señor Yamikotai, necesitamos su ayuda.— habló la morena

— ¿Y era necesario destruir mi barrera? Ahora tendré que crear otra para protegerme de los demonios.

— No nos cuentes tu vida, viejo. ¿Vas a ayudarnos o no?

— Inuyasha, no seas tan grosero.— le replicó Shippo

El recién nombrado resopló y se cruzó de brazos.

— Gran Yamikotai, ¿podría brindarnos su ayuda?— pidió esta vez Miroku

— ¿Qué queréis de mí?

— Verá, necesitamos que entrene a nuestra amiga Amane para que así pueda desarrollar sus poderes y manejarlos.— explicó Kagome

— ¿Y quién es esa muchacha?

Amane levantó su mano tímidamente y el viejo pegó un brinco, refugiándose tras las espaldas de Miroku.

— ¿Qué hace ella aquí? ¡Huyamos, nos matará!— gritó asustado

— ¿Pero qué dice?— preguntó Amane confundida

— Señor Yamikotai, Amane es nuestra amiga. No va a hacernos daño.— afirmó el pequeño kitsune

— ¿Acaso estoy equivocado y no eres tú la poderosa Mizu?

— Algo así, o eso me han dicho.— respondió no muy convencida

— Ya veo, así que pretendes que te ayude a manejar tus poderes.— Amane asintió —¡Ni loco! No ayudaría a que uno de los Godai volviese a estar activo ni aunque fuera mi única opción.

— Pero Amane necesita aprender a manejar su poder para defenderse.— dijo Kagome

— Escúchame, niña, aunque decidiera ayudaros, debéis saber que, por más que sea su reencarnación, Mizu era una diosa muy poderosa y dudo que una simple humana pueda manejar tal poder. Amane tan sólo es un recipiente.

¿Recipiente? 

Era el insulto más rebuscado que alguna vez le habían dirigido y, aunque fuese todo parte de un sueño, la había enfadado.

— ¡Ayúdeme! ¡No hemos venido hasta aquí para nada!— gritó furiosa

Amane agarró al viejo por los hombros y lo zarandeó con fuerza.

— Una chica con carácter.— opinó el monje con su mirada posada en el cuerpo de la muchacha

De repente, una mano aterrizó en su mejilla.

Shōganai | InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora