17 - Libertad de voluntad

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— Jaken.— lo llamó

— Dígame, señor Sesshomaru.— respondió este apareciendo por la puerta

— Voy a encomendarte una misión.

— ¿De qué se trata?

— Averigua si existe una manera de obtener el poder de un Godai sin tener que matarlo.

— ¿Cómo?— exclamó el pequeño demonio sorprendido— Mi señor, ¿está usted apiadándose de la vida de esa insignificante humana?

Sesshomaru no le respondió, esperando a que su sirviente diese la conversación por finalizada y se marchase.

— ¿En qué le beneficia a usted que ese insoportable ser conserve su vida? ¿Intercambiarla por algo, tal vez?

Su sirviente siguió barajando posibilidades, haciendo que el inuyokai acabase por hartarse.

— Lárgate y cumple con tu tarea.— dijo con su habitual frialdad— De lo contrario, serás tú el que pierda su vida.

Jaken, ante la recién lanzada amenaza contra su persona, se apresuró a salir de allí.

(...)

— La señorita Amane ya debería estar de vuelta.— constató el monje

— No creo que Sesshomaru le haya hecho nada malo.— admitió el pequeño kitsune

— Ni yo, pero tampoco sé qué pretendía llevándosela.— habló de nuevo el monje

— Sesshomaru.— pronunció Inuyasha con sorna, irrumpiendo en la sala— Se cree que todo es suyo y que puede manejarlo a su antojo.

— Yo pienso que respecto a Amane va más allá de su obsesivo comportamiento de dominación.— opinó Kagome con una risita

— Estoy con Kagome. Hay algo raro en él cuando se trata de Amane.— se sumó la castaña

— ¿Qué se supone que estáis insinuando?

— ¿No es obvio, Inuyasha? Creen que a Sesshomaru le gusta Amane.— aclaró Shippo

— ¿Sesshomaru y Amane?— cuestionó el peliplateado perdiendo los nervios— ¡No podría haber nada más imposible!

Ninguno de los presentes comprendió la repentina irritación de Inuyasha, el cual salió fugazmente por la puerta tras pronunciar aquellas palabras.

(...)

Amane se encontraba paseando por los pasillos de aquel enorme castillo, sin saber muy bien qué hacer.

— Mi señora.— habló Hidéyo sorprendiendo a Amane por la espalda— ¿No le gustaría cambiarse de ropa? Parece hacer mucho que lleva ese kimono.

— Buenos días, Hidéyo.— la saludó la morena— Pero ¿aquí hay ropa para que pueda cambiarme?

— Por supuesto. Sígame.

Hidéyo entró en una de las habitaciones del pasillo en el que se encontraban, seguida de Amane. En su interior se hallaba una gran sala repleta de trajes extremadamente elegantes.

— Hidéyo, yo no puedo ponerme nada de lo que hay aquí... Quiero decir, esto es para la realeza.

— Mi señora, estamos en un castillo. ¿Qué se esperaba?— contestó risueña

— Nada de esto.— admitió— ¿Estás segura de que puedo ponerme alguno de estos trajes?

— Completamente. Elija el que quiera.

Shōganai | InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora