La chica hizo el amago de posar sus manos sobre los hombros de la morena.
— ¿Pero qué?
Cuál fue su sorpresa al verse incapaz de mover su cuerpo.
— ¿Qué se supone que está pasando?— le preguntó Shippo a la exterminadora a su lado
— Creo que Amane está luchando por volver.— le contestó esta
— Esta chica es más fuerte de lo que imaginaba.— dijo Mizu con una ladeada sonrisa antes de que sus ojos dejasen de brillar y se desplomase en el suelo
Kagome se agachó al lado de la morena, comprobando que estaba bien.
— No te he hecho daño, ¿verdad, Kagome?— pronunció con un hilo de voz
— En absoluto.— respondió con alegría, pues su amiga había vuelto en sí
La chica consiguió levantarse con grandes esfuerzos y se agachó frente a la sacerdotisa, la cual la miró con miedo.
— Estás herida.— afirmó Amane antes de poner sus manos sobre ella
Todos comprendieron en aquel instante lo que su amiga pretendía hacer.
— ¿Qué se supone que haces?— preguntó Kano con desconfianza, intentando alejarse de la chica
— Pretende curarte, idiota.— le explicó el hanyo
La todavía confusa mirada de Kano pasó del peliplateado a la morena.
— ¿Por qué lo harías?
— No eres la única que carga con la responsabilidad de sus errores.
Fue lo último que dijo antes de colocar sus manos definitivamente sobre el herido cuerpo de la sacerdotisa y que de estas emanase una cálida luz.
Tras varios minutos, la morena hizo el amago de levantarse, no siendo capaz de mantener el equilibrio, pero siendo sostenida por el monje.
— Estoy bien, tranquilo.— dijo Amane incorporándose y separándose delicadamente de él
Antes de retirarse, se giró una última vez a mirar a la sacerdotisa.
— No tengo pleno control sobre los poderes que poseo, en eso no te equivocabas, pero jamás los usaría intencionadamente para dañar a nadie.
El grupo de Inuyasha abandonó el templo y se encaminó hacia las afueras de la aldea.
La sacerdotisa se levantó y los siguió, aunque a duras penas era capaz de caminar.
— ¡Esperad! No podéis iros.
— Si no vas a ayudarnos, ya no tenemos nada que hacer aquí.— concluyó Amane
Todos pretendieron darle de nuevo la espalda a la sacerdotisa, pero esta creó una pequeña barrera con las pocas fuerzas que le quedaban, impidiéndoles continuar y llamando su atención.
— Después de la bondad que Amane ha mostrado hacia ti, ¿aún quieres pelear?— cuestionó el pequeño kitsune
— No.— afirmó Kano relajando su expresión— Sería muy descortés por mi parte no devolverle el favor. Permitidme que os invite a un té.
Amane y los demás se miraron entre sí, comenzando a caminar tras ella.
— Espero que esta vez no haya trucos.— dijo Inuyasha
(...)
— ¿Más té?— preguntó la sacerdotisa rellenando el vaso de la morena
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Shōganai | Inuyasha
Fantasy"Tienes miedo de amar algo que sabes con certeza que un día perderás."