27 - Aquello que más deseo

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— ¿Sesshomaru?

El recién nombrado dirigió una fugaz mirada a su hermano, para después observar el edificio ante él. Sin decir ni una palabra, se adentró con rapidez en el palacio, siguiendo el olor de la ningen.

Al llegar a una habitación concreta, pudo observar en su interior a la muchacha siendo sujetada por unas raíces con sangre por todo su rostro.

— ¿Quién se supone que eres tú?— le preguntó Kao

— ¿Qué le has hecho?

— Oh, ¿has venido por ella? No es necesario que la rescates. Ahora está en paz.— respondió con una cínica sonrisa

Sesshomaru observó el rostro de la chica. Expresaba tranquilidad, pero él sabía que realmente no era así. Su aura emanaba una enorme tristeza.

— No has respondido a mi pregunta.— dijo el inuyokai haciendo crujir sus garras, para después lanzarse contra el demonio

(...)

— ¿Qué es toda esta luz? Apenas puedo ver nada.

Cuando sus ojos se acostumbraron al brillo del lugar, pudo distinguir varias figuras a unos cuantos metros de ella.

— Amane.— la llamó un hombre de mediana edad— ¿Vienes? La comida ya está lista.

La chica no podía creerse lo que estaba viendo.

— ¿Papá?

Lágrimas llenaron sus ojos mientras se lanzaba a abrazarlo.

— Pero ¿qué pasa?— dijo este correspondiendo a su abrazo— ¿Por qué lloras?

— Yo...

La morena se trabó con sus propias palabras al ver a su madre y a su hermana a lo lejos.

— ¡Mamá! ¡Takako!

No cabía en su alegría. Estaba con su familia, no podía pedir más.

Pero, en aquel momento, algo cruzó su mente. Sentía que había olvidado algo, que algo no estaba bien...

Un hombre bastante extraño apareció en escena, captando toda su atención.

— ¿Quién eres?— le preguntó Amane sin obtener respuesta

No entendía nada, se sentía tan confusa.

El peliplateado comenzó a caminar, alejándose de ella.

— ¡Espera!— gritó la morena para salir corriendo tras él

(...)

Amane se despertó, encontrándose de frente con aquellos enormes ojos color ámbar. Observó el lugar, apartando su mirada de la del inuyokai.

— Tan sólo ha sido un sueño.— susurró la morena

La mano del peliplateado se acercó cuidadosamente al rostro de la chica, limpiando la sangre de sus mejillas.

Ante la vergüenza que le producía estar entre los brazos de Sesshomaru, Amane se incorporó y se puso de pie, siendo imitada por él.

Sin decir ni una palabra, ambos abandonaron juntos el palacio, encontrándose a su salida con los demás.

— ¡Amane!— exclamó Kagome corriendo a abrazarla— Estás bien, qué alegría.

— Me alegro de que tú también lo estés.— dijo correspondiendo a su abrazo

— Vayamos a ver cómo están Miroku y Sango.

Shōganai | InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora