23 - Las dudas del corazón

142 10 6
                                    

— Bien, debéis continuar vuestro viaje. Recordad, Amane debe evitar utilizar sus poderes a toda costa. De lo contrario, su vida estará en peligro.— les recordó el anciano Myoga

— Como si alguna vez hubiera dejado de estarlo.— pensó Amane

— Gracias por todo, anciano Myoga.— le dijo Miroku

La morena echó un último vistazo al castillo antes de emprender el vuelo montada en Kirara. ¿Dónde se había metido Sesshomaru? Desde el combate, no lo había vuelto a ver.

— ¡Que vaya todo bien, Amane!— se despidió Rin desde el suelo

(...)

— ¿Eso es una aldea?— preguntó Shippo

— Parece ser que sí.— dijo Miroku

— A ver si tenemos suerte y nos dan cobijo, que está empezando a oscurecer.— habló Kagome

El grupo se encaminó hacia la nombrada aldea y unos cuantos aldeanos salieron a recibirlos.

— ¿Qué queréis? ¡Marchaos! Ya hemos sufrido bastantes ataques.

— Nosotros no les causaremos ningún daño. Verán, mi amiga y yo somos sacerdotisas.— dijo la morena señalando a Amane— Mi otra amiga es exterminadora de demonios. Ese de ahí es Miroku, el monje. Inuyasha, Shippo y Kirara sí son demonios, pero son completamente inofensivos.

— Por vuestras vestimentas, parece que dices la verdad.— dijo otro aldeano analizándolos— Pero no importa, como ya hemos dicho, hemos sufrido ya suficientes ataques del demonio que habita en las afueras de la aldea y no vamos a arriesgarnos.

— Nosotros podríamos ayudarles con eso.— propuso la miko

— ¿Estás diciendo que podéis acabar con él?

— Sin problema.— contestó la exterminadora con seguridad

Los aldeanos cambiaron por completo su actitud de rechazo para pasar a una expresión de alegría y esperanza.

— ¡Qué suerte la nuestra! ¿Qué pediríais a cambio?

— Con que nos den cobijo esta noche nos conformamos.— habló Kagome

— Hecho. Seguidnos, les diré a algunas mujeres que os preparen algo de comer y os atiendan.

— Eso sería estupendo, señor.— dijo el monje

Al momento, Miroku dejó de caminar, pues recibió un golpe que lo dejó estático.

— Ha olido sus pensamientos impuros.— susurró Shippo subido al hombro de su amiga

— Eso parece.— dijo Amane observando cómo al monje le crecía un chichón y cómo Sango lo miraba con enfado

(...)

— Creo que ya están todos dormidos.— dijo la morena cerrando la puerta tras de sí y tomando asiento a su lado

— Hmm.— contestó únicamente el peliplateado

— ¿De verdad que nunca duermes? Creo que deberías descansar, aunque sólo fuera un poco.

— Si me descuido, vuestras vidas podrían correr peligro. Además, hay un demonio por los alrededores.

— Siempre cuidándonos.— dijo Amane tiernamente

Inuyasha dejó de mirar a la luna para dirigir su mirada a su amiga, la cual jugueteaba con una pulsera que colgaba de su mano izquierda.

— Veo que la has recuperado.

— Así es.— sonrió— Sesshomaru me la dio. Debí perderla en algún momento en su castillo.

Shōganai | InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora