29 - El príncipe Naoto

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— Jaken, ¿sabes si el señor Sesshomaru ha estado enamorado alguna vez?— preguntó la pequeña Rin captando su atención

— ¿A qué viene esa pregunta?

— Siempre parece muy frío y distante y nunca muestra sus sentimientos, pero los demonios también aman, ¿verdad?

— Supongo que, si ha estado enamorado alguna vez, ha sido de la espada de Inuyasha, colmillo de hierro. Pero, en todo caso, fue un amor no correspondido, ya que la espada le rechazó. En fin, todos conocemos esa historia.— dijo el pequeño demonio pensando en voz alta

— Pero yo no me refería a eso. Quería decir amor de verdad, hacia alguien, no hacia algo.— explicó la niña— Dime, Jaken, ¿tú no crees que entre Amane y el señor Sesshomaru hay algo?

— ¿Cómo?— exclamó este exaltado— No he tenido la oportunidad de conocer al señor Sesshomaru con pareja. De hecho, no sé si ha tenido alguna, pero, desde luego, ¡esa humana indeseable no es merecedora de estar con mi señor!

— Pues yo creo que el señor Sesshomaru siente algo por la señorita Amane.

— ¿En qué te basas para afirmar esa estupidez?

— Sólo obsérvales, Jaken. El señor Sesshomaru siempre se preocupa por Amane y ella se enfrentó a un monstruo horrible sólo por él, entre otras cosas. ¡Ay! ¿Te imaginas que estuviesen juntos? ¡Amane se vendría a vivir con nosotros!— exclamó ilusionada

En aquel momento, una visión se proyectó en la mente del pequeño demonio.

— Lagartija.— canturreó la morena con sorna mientras traspasaba las puertas del castillo— Tu señora tiene algo que encomendarte.

El pequeño demonio verde echó a correr, huyendo, pero parecía no ser capaz de avanzar. Al mismo tiempo, cabezas gigantes de la muchacha flotaban por el lugar riéndose malévolamente.

— ¡No!— gritó Jaken— ¡No, no y no! ¡Eso nunca pasará! Sería terrible.

— ¿Qué te pasa, Jaken? Parece como si acabases de tener una pesadilla.— dijo Rin al ver la cara del demonio

(...)

— O no estamos yendo en la dirección correcta o la señorita Amane se ha alejado bastante de la zona.— dijo Miroku

— ¿Seguro que vamos por el buen camino, Inuyasha?— le preguntó Sango

— Siendo sincero, no lo sé. Es algo raro. Su olor está en el aire. Es como si estuviera en todas partes y al mismo tiempo en ninguna.— contestó este

La morena dirigió su mirada al cielo, algo triste.

— Amane, sólo espero que estés bien.— pensó Kagome

(...)

Había recorrido el castillo de punta a punta y no se había topado con absolutamente nadie. ¿Dónde se había metido todo el mundo?

— Qué extraño.— pronunció Amane abriendo una puerta para después asomar la cabeza dentro de la habitación

Un estruendo hizo que su mirada se dirigiese al ventanal de la misma, viendo a través de él las puertas del castillo abrirse, que dejaron pasar al príncipe subido en un caballo, quien después se bajó costosamente de él.

La morena salió veloz a su encuentro, pero fue deteniendo lentamente sus pasos.

— Naoto...— susurró al percatarse de su perdida mirada— ¿Dónde has...?

Repentinamente, el moreno se desplomó en el suelo, haciendo que la chica se arrodillase a su lado para socorrerle.

— ¡Naoto! ¿Estás bien?— preguntó zarandeándolo— ¡Vamos, reacciona!

Shōganai | InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora