9 - El odio encerrado en el espejo

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Llevaba ya dos días en aquella especie de celda. No sabía si su cuenta era correcta, pero le había parecido ver entrar la luz de la luna en dos ocasiones diferentes por la diminuta rendija que poseía la estancia en la que se encontraba.

Un ruido la hizo sobresaltar. Alguien se estaba acercando. Instintivamente, retrocedió y se abrazó a sus rodillas.

— ¿Tienes miedo?— ella no respondió— Me han comentado que eres una mujer tremendamente poderosa. ¿Cómo alguien como tú podría tener miedo?

— ¿Qué es lo que hago aquí?— fue lo único que dijo

— Yo también me hago esa misma pregunta.— dijo desviando su mirada de ella— Pero por lo visto, ambos tenemos la misma respuesta.

— ¿Quién eres tú y a qué has venido?

— Oh, disculpa, no me he presentado.— sonrió— Mi nombre es Byakuya de las ilusiones y he venido porque Naraku ha solicitado tu presencia.

Amane le miró desconfiada, dándole a entender que no llevaba intenciones de irse con él.

— Puedes venir por tu propia voluntad o podemos considerar otras opciones, tú eliges.

Después de unos segundos, Amane decidió finalmente levantarse y acompañar a aquel tal Byakuya.

Al llegar a su destino, los ojos de la chica se cerraron forzosamente debido a la luz que había en el lugar, pues llevaba dos días sumida en la completa oscuridad. Cuando por fin logró abrirlos, pudo observar que se encontraba en la habitación de un templo.

— Bienvenida a mi humilde morada.— pronunció con sorna— Bueno, una de ellas.

— ¿Por qué me has traído aquí?

— No seas impaciente. Primero, déjame presentarte a la hechicera Izanami, aunque creo que ya os conocéis.

Una mujer salió de entre las sombras y se puso frente a ella. Amane reconoció su rostro al instante: era la hechicera que la había atacado en el bosque.

— ¿Qué queréis de mí?— preguntó esta vez más atrevida

— Resulta que, aun siendo una estúpida humana, puedes sernos de gran utilidad.— respondió la hechicera

Amane no divagó más en cuál sería su utilidad para ellos, simplemente pensó en que aquellas palabras le recordaban a Sesshomaru. "Estúpida humana" era un término que él utilizaba con frecuencia para describirla.

Un momento, ¿por qué estaba pensando en Sesshomaru en un momento como aquel?

— Él no vendrá a buscarte.—  dijo Izanami sacándola de sus pensamientos

— ¿Qué?

— Ese demonio del cual estás enamorada.

— ¿Sesshomaru?

— Uno de los repugnantes hijos del perro demonio.— afirmó

— ¿Pero qué estás diciendo? ¡Yo no estoy enamorada de Sesshomaru!

Sin saber por qué, gritó esas últimas palabras. No se encontraba precisamente en condiciones de gritar a los allí presentes, pero no se había podido contener.

— Oh, cierto, puede que todavía no.

¿Qué quería decir con aquello? ¿Acaso Amane se enamoraría de Sesshomaru en un futuro? Y en tal caso, ¿cómo podía saberlo ella?

— No quiero oír nada más de lo que tengáis que decir. ¡Dejad que me vaya!

— Sin prisa, antes debes de cumplir una pequeña misión.— Amane lo miró sin entender— Destruirás a tu querido amigo Inuyasha.

Shōganai | InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora