24 - El encuentro con la sacerdotisa Kano

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— Según las indicaciones de la anciana Kaede, la aldea debería estar por aquí.— dijo Miroku

— Pues no tiene pinta de haber nada en kilómetros.— añadió Shippo observando el lugar

— ¿No será que Kaede ya está un poco mayor y le baila la información?— sugirió el peliplateado

— No seas irrespetuoso, Inuyasha.— le regañó Kagome —Yo creo que la anciana Kaede nos dio bien la indicación. ¿No sientes esa energía, Miroku?

— Ahora que lo dices, sí que noto algo extraño en el ambiente.— contestó este

— ¿Estáis diciendo que hay una especie de barrera que oculta la aldea?— preguntó Sango

— Es una posibilidad.— le respondió el monje

— Pues si hay una barrera, habrá que atravesarla.— dijo Inuyasha desenvainando su espada— ¡Colmillo de hie...!

— ¡Espera!— Amane lo detuvo— Puede que esta barrera esté protegiendo a la aldea de los demonios. Tiene que haber otra manera de atravesarla que no sea destruyéndola.

— Amane tiene razón. Si tan sólo pudiésemos saber dónde empieza...— habló Kagome

La morena paseó su mano y la detuvo en lo que aparentaba ser el aire, descubriendo así la mitad de una esfera de color verdoso que abarcaba parte del territorio.

— Un poco de ayuda espiritual, Miroku.— dijo esta volviéndose hacia el monje

— Marchando.

Miroku colocó las manos encima de la esfera, al igual que su amiga, y empezó a recitar una especie de cántico. Al rato, un agujero se abrió en la barrera, permitiéndoles pasar.

— No perdamos el tiempo.— dijo el peliplateado siendo el primero en atravesar la barrera, seguido por sus amigos

En cuanto la cruzaron, la barrera volvió a cerrarse de inmediato.

No tardaron mucho en llegar a las puertas de la ahora visible aldea, en las que les esperaban unos aldeanos.

— ¿Cuál de vosotras se hace llamar Amane?

Todos se miraron entre sí sorprendidos. ¿Cómo sabían su nombre?

— Soy yo.— dijo la morena adelantándose unos cuantos pasos

— La sacerdotisa Kano solicita tu presencia. Síguenos.

Sin decir ni una palabra más, los aldeanos dieron media vuelta y se adentraron en la aldea, sin siquiera cerciorarse de que los allí presentes les seguían. Amane se giró a mirar a sus amigos, quienes le indicaron que siguiese a los aldeanos.

— No te dejaremos sola.— le dijo Sango comenzando a caminar a su lado

Los aldeanos pararon frente a un templo y, tras una silenciosa reverencia, se retiraron. Las puertas del templo se abrieron, dejando ver la silueta de lo que parecía ser una sacerdotisa.

— Pasa.— habló esta dándoles la espalda para adentrarse en el templo

Todavía algo confusos, decidieron seguirla.

Las puertas del templo se cerraron tras ellos, alumbrando a su vez su interior con el repentino fuego de unas antorchas.

— ¿Tú eres Kano, verdad?— le preguntó Kagome a la sacerdotisa, que todavía les daba la espalda

— No es vuestra presencia la que he solicitado.— contestó esta

— ¿No pensarías que íbamos a dejar a Amane sola, verdad? Ni siquiera sabemos de qué la conoces.— habló el medio demonio

Shōganai | InuyashaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora