—Señor, ya tenemos todo listo para la operación —escuchó que uno de sus subordinados decía.
El detective Eric Wood asintió lentamente, sus informantes —espías—, le dijeron sobre el inesperado viaje a Vancouver del mayor de los gemelos Bailey. Todo el trabajo que habían hecho hasta ese momento reunía evidencia para encerrar a esos sujetos.
Frunció el ceño.
—Sigan con el plan, informen sobre cualquier cosa, no quiero que se nos escape un solo detalle —se puso de pie— Esta vez no estarán solos.
En el aeropuerto a Vancouver, Alejandro iba encerrado en su mundo rosa de felicidad, quería acabar con todo eso pronto, una hermosa mujer morena lo esperaba en casa, y estaba deseoso por verla.
Tras él, a unos metros de distancia, un hombre moreno, alto y robusto lo observaba fijamente, una gabardina gris lo cubría, lentes oscuros, un aparato de comunicación minúsculo dentro de su oído. Era un espía, por supuesto, enviado de la policía para seguir al hombre en cuestión. Su objetivo se movió y abordó el avión, este lo siguió sigilosamente.
Alejandro mensajeó a Karen, ella respondió al instante y él sonrió como idiota. Escuchó el timbre que anunciaba el comienzo del despegue, apagó el celular y abrochó su cinturón, la azafata le sonrió ofreciéndole una bebida, pidió un whisky con hielo y observó la ventana.
Respiró profundamente y concentró su mente en lo que estaría por pasar en unas horas, su hermano lo mataría por haber llegado tarde, y tenía que buscar una excusa creíble para darle, eso era lo más difícil.
Cerró los ojos, su ceño fruncido, dentro de si se llevaba a cabo una lucha existencial, quería el dinero de Jack, lo necesitaban para pagar su deuda, pero ahora tenía a Karen, una mujer que lo amaba, y por otro lado la pequeña Elena, esa chica inocente que había sido incluida a su tablero de ajedrez. Quería salvarla, quería terminar con todo, quería que hubiera un final feliz.
Pero sería difícil, solo había un impedimento y era el más peligroso de todos.
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Tráfico
Teen Fiction"- ¿Por qué te enojas? -su respuesta fue tenue pero firme. - ¡Porque no comprendo cómo puedes tomar todo con tan exagerada tranquilidad! - ¿Debo estallar en gritos y sonar histérica para que me consideres cuerda? -lo miró frunciendo el ceño. -Lo...