Capítulo 11

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	— ¿Hablas en serio? —preguntó Elena sonriendo

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— ¿Hablas en serio? —preguntó Elena sonriendo

Jack esperó impaciente que aceptara, quería bailar con ella.

—Es una orden —dijo sonriendo maliciosamente.

Elena apretó los labios, no iba a olvidar su palabra, siempre cumplía los retos, era algo que tenía que cumplir, pero:

Bailar... qué horror

—Una orden nada ortodoxa —añadió aceptando la mano del chico.

— ¿Eso crees?

—Sí, pero tú eres quien manda, así que no puedo discutir —frunció el ceño.

—Esa es la actitud —la abrazó posesivamente.

Una mano sostenía con fuerza la mano de la chica, mientras que la otra —dichosamente—, se postró en la cintura de Elena. Jack sintió su libido desatarse, estar tan cerca de ella le afectaba demasiado, aclaró su garganta.

— ¿Por qué me pediste que bailara contigo? —preguntó ella mirándolo a los ojos.

—Dijiste que solo bailabas cuando te obligan, —sonrió— Así que decidí obligarte.

—Muy listo... —susurró tratando de no acercarse tanto a su rostro.

Recordó ese beso soñado y se sonrojó enseguida. Él la miró bajar su mirada y no pudo evitar poner toda su atención en los labios de la chica, quería volver a probarlos.

—Si esta es tu primer orden, me pregunto, ¿cuál será la segunda? —frunció el ceño— Sé amable.

—Lo seré, cariño —prometió pensando en las posibilidades.

Mentiroso...

—Esa mirada no me convence —susurró nerviosa.

Él la hizo girar, la devolvió a sus brazos y sus cuerpos chocaron, Elena sonrió por su movimiento inesperado, Jack evitó respirar, el aroma de su perfume lo tenía hipnotizado, la cercanía, esos labios llamándolo.

La canción terminó, se separó abruptamente de ella, liberó su mano y apagó la música.

—Bailas muy bien —dijo, su garganta seca— ¿Tomaste clases?

—Dos años cuando tenía 15 —anunció respirando con dificultad.

¿Qué había sido eso? Su cuerpo ardía, sentía un deseo irrefrenable de arrojarse a sus brazos de nuevo y besarlo hasta que desfalleciera, —como cuando lo vio salir de la alberca— tragó el nudo en su garganta.

—Yo tomé a los 13, año y medio —sonrió más tranquilo— Lisa me enseñó la mayoría.

Ella lo miró fijamente perdida en su frustración. Jack se tensó, ¿Por qué esa mirada?

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