—Adelante —dijo Elena a la persona que tocaba la puerta. Lisa entró, vestía de fiesta, un vestido de dos piezas color coral suave, había soltado su cabello y usaba poco maquillaje.
— ¿Ya estás lista, mi niña? —preguntó tras cerrar la puerta, se acercó a ellos, que estaban en el tocador.
Elena sonrió algo nerviosa, seguía sentada frente al espejo, solo que ya usaba el vestido, Jean Pierre le colocaba unas horquillas de flores en el cabello.
—Solo unos minutos más —informó el artista, su obra maestra estaba casi lista— La novia siempre debe llegar unos momentos tarde, hace que el novio la desee más.
Elena sonrió divertida, la lógica con la que ese hombre hablaba resultaba refrescante.
—Jack ya está abajo, al igual que tus padrinos —informó la mujer— Los pocos invitados también.
—Gracias —la miró por el espejo— Estoy ansiosa.
— ¿Estás segura que no quieres que tus familiares vengan? —preguntó preocupada.
Elena asintió, sabía en el fondo que no había nadie más afuera que la esperara.
—Bien cariño, ponte de pie —Jean Pierre sujetó su mano— Estás lista.
Elena acomodó su vestido y respiró profundamente.
—Bien, es hora —caminó a la puerta con las mujeres tras ella.
—Oh Elena, luces increíble —Lisa reprimió las lágrimas— Es un vestido hermoso.
—Gracias —sonrió a la mujer.
Se sentía tan femenina, el vestido era un Gwen Russell original, llegó un día antes, de completo blanco; el corsé con forma de V tenía pequeñas joyas que lo hacían brillar, la caída era un poco recto, no usaba velo, la cola larga y de plumas lo compensaba, y sobre la espalda un moño con listones cortos.
Para el frío, usaba un poncho de plumas blanco que encajaba a la perfección, se sentía alta con las zapatillas de tacón color perla con brillantes, un collar de diamantes rodeaba su cuello al igual que los aretes a juego.
Su cabello había sido peinado en una media cola alta con un leve levantamiento por detrás, las horquillas adornaban el recogido, tenía unos cuantos mechones que caían como cascada de rizos castaños sobre su hombro izquierdo.
Su rostro maquillado era leve, unas sombras plateadas con brillos, delineador y rímel, un poco de rubor claro, y un rosa pálido en los labios.
Al llegar a las escaleras, vieron a Alejandro esperándolas al final, vestía un esmoquin negro, una rosa blanca resaltaba en su bolsillo derecho, había peinado su cabello y no tenía barba.
—Oh cielos... —susurró posando sus manos en su pecho— Te ves increíble cariño, si Jack no te trata como reina se las verá conmigo.
—Gracias — le sonrió al llegar junto a él. Alejandro extendió su brazo, que ella tomó.
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Tráfico
Novela Juvenil"- ¿Por qué te enojas? -su respuesta fue tenue pero firme. - ¡Porque no comprendo cómo puedes tomar todo con tan exagerada tranquilidad! - ¿Debo estallar en gritos y sonar histérica para que me consideres cuerda? -lo miró frunciendo el ceño. -Lo...