Capítulo 31

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—Elena —Karen se sentó junto a ella al llegar a la sala— ¿Puedo preguntarte algo?

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—Elena —Karen se sentó junto a ella al llegar a la sala— ¿Puedo preguntarte algo?

—Claro —sonrió a la mujer.

— ¿Estás contenta con Jack?

—Lo estoy —dijo sin necesidad de pensarlo.

—No lo conoces, y no es tu culpa, pero solo quiero asegurarme de que estés segura.

—Lo estoy —repitió— No lo conozco, pero quiero conocerlo, si él me lo permite.

Karen sonrió y no preguntó más, Louis entró en ese momento.

—Cariño, creo que es hora de que nos marchemos —tomó la mano de Cloris, esta se puso de pie.

— ¿Se van tan pronto? —Elena los miró sin entender.

—Lo siento, pero no me gusta dejar a mi hija tanto tiempo con la niñera —la mujer sonrió a Elena— Volveremos a vernos, no te preocupes.

Ella asintió, no sabía que tenían hijos.

—Claro, podemos salir a algún lugar —se acercó a ellos.

— ¿Te vas, Louis? —Jack entró a los segundos.

—Mi esposa quiere volver con nuestra hija —informó— Al igual que yo.

—Oh, no sabía que eras padre —se tensó ante el recuerdo que tuvo.

—Una hermosa niña de tres años —dijo con orgullo— Ve a mi casa para presentársela.

—Claro, iremos un día de estos —llegó hasta Elena y la abrazó.

—Gracias por venir —la chica los despidió con su mano— Espero que se hayan divertido.

—Gracias por invitarnos —Cloris sonrió— La cena estuvo deliciosa.

Los despidieron con una sonrisa y se marcharon. Al solo quedar ellos cuatro, la tensión subió de nivel.

—Elena —Alejandro la llamó— Si me permites, me gustaría contarte algunas cosas, son importantes.

—Claro —asintió— Yo también quiero hablar contigo, con ambos.

Tomaron asiento de nuevo, Jack junto a ella, sujetaba su mano.

—Primero quiero explicarte la razón de todo esto —comenzó a decir— Thomas y yo necesitábamos dinero, como ya sabrás, yo formé parte de un grupo de traficantes de humanos.

—Lo sé —respondió sin decir nada más.

—Teníamos deudas, y al no poder resolverlo por nuestra cuenta, recordamos que Jack tenía una cuantiosa suma de dinero que su abuelo le había heredado, pero para poder cobrarla, él debía casarse.

Miró a la pareja, Jack tenía su ceño fruncido, a diferencia de Elena que solo asintió.

—Thomas no quiso esperar a que Jack buscara una mujer, así que decidimos conseguirle una.

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