Capítulo 16

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Llevaba horas dentro de esa junta, todos sus superiores se encontraban ahí, discutían sobre la mejor forma de llevar a cabo la misión

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Llevaba horas dentro de esa junta, todos sus superiores se encontraban ahí, discutían sobre la mejor forma de llevar a cabo la misión. Él sonreía, pues le acababan de dar luz verde para infiltrarse en las oficinas de los hermanos Bailey.

No le importaba el riesgo, sabía que nunca lo descubrirían, era muy bueno actuando, sin mencionar el expediente falso en el sistema.

Escuchó al comandante dirigirse a él, cruzó sus brazos y asintió al hombre.

—Detective Wood, ¿qué es exactamente lo que espera encontrar en ese lugar? —el hombre, con cabellos negros que ya comenzaba a encanecer lo miró expectante.

—Señores —generalizó— Por años hemos tenido sospechas acerca de esa corporación, sé que muchos aquí habrán oído de mi relación personal con este caso, pero no solo se trata del rapto y venta de personas, manejan un mercado negro de órganos —se puso de pie— No tenemos las pruebas suficientes para encerrarlos, pero las conseguiré.

— ¿Es cierto que su novia fue raptada? —uno de los hombres le preguntó.

Eric tensó la mandíbula.

—Prometida, sí, la raptaron hace tres semanas, pero no es solo por eso que estoy aquí —mintió— Es mi deber como detective el atender este caso.

Por supuesto que mentía, su único interés era recuperar a su chica, que sus subordinados murieran en el intento era irrelevante. Traicionaría a todos con tal de salirse con la suya.

—Bien —aclaró su garganta— Entonces, como vemos que está informado lo suficiente del caso, y dado que ha mostrado una convicción envidiable —el hombre ajustó su corbata, dio una mirada a sus colegas que asentían— Le otorgo el control total del caso. Usted será el responsable de manejar la situación, se le brindará un equipo de primera para darle apoyo.

—Tengo los nombres anotados en esta lista —la puso en la mesa— Ya han aceptado.

—Veo que tiene todo muy bien planeado —su superior, el comandante Urrea, le brindó un cumplido.

—Soy muy fiel a mi trabajo —mintió con descaro— Además señores —los miró a todos, una sonrisa en sus labios—, es un honor.

Sí, era un honor. Un completo honor para él el poder ser quien encontrara a su prometida, el honor de poder matar a los desgraciados que se atrevieron a ponerle la mano encima a su mujer.

Se dieron la mano, incluso los demás hombres lo hicieron, la junta entera lo felicitó. Eric se sintió autoritario, lo único que le faltaba era poder para cumplir su objetivo.

Y ahora, gracias a estos estúpidos... —dijo en su cabeza, su sonrisa de triunfo era atemorizante.

 —dijo en su cabeza, su sonrisa de triunfo era atemorizante

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