Capítulo 26

79 10 0
                                    


Para las nueve de la mañana, Eric ya estaba impacientándose

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para las nueve de la mañana, Eric ya estaba impacientándose. Una hora entera había pasado y ninguno de los hermanos Bailey llegaba a la oficina.

La secretaria de Alejandro tampoco hacía su aparición y no paraban de llamarlo de la comisaría. Decidido a que ese día no tendría éxito se retiró a la oficina a atender la docena de llamadas que ya lo habían hecho irritarse.

No tardó mucho en llegar al lugar, le sorprendió encontrar a uno de sus subordinados esperándolo en la entrada, no le agradó la escena. Bajó del auto y esperó a que el oficial le explicara.

— ¿Dónde ha estado? —inquirió el hombre— Tenemos horas llamándolo.

—Haciendo mi trabajo —explicó molesto, ¿quién se creía ese para darle órdenes?

—Señor, tenemos un problema grave —tragó el nudo en su garganta, muy nervioso— Necesito que entre, todos están esperándolo.

Eric asintió y siguió al hombre a su oficina, sus alarmas se encendieron cuando se topó con todos en el pasillo. Un silencio aterrador se abrió paso conforme los presentes observaban su llegada.

—Buen día —saludó nervioso— ¿Ocurre algo?

El oficial a cargo, y su superior le entregó un paquete amarillo.

—Llegó esto para ti hoy —informó— Aunque ya todos sabemos lo que contiene.

— ¿Qué es? —lo examinó, venía con la dirección exacta, incluso una nota escrita a máquina; "Disfruta tu victoria".

El paquete iba a su nombre, contenía una serie de documentos, fotografías y una memoria USB. Frunció el ceño sin entender, abrió el paquete y leyó una de las hojas; era un documento a nombre de Thomas Bailey, con su firma al final. Incluso llevaba el sello de una organización que su departamento llevaba años buscando.

Después miró las fotografías, en ellas se veía al hombre matando, comprando armas, drogas, saliendo con un grupo de hombres de diferentes nacionalidades.

— ¿Esto es de la redada? —preguntó sin poder creerlo, los presentes no respondieron, su superior señaló la puerta, Eric entró tras el jefe.

—Todo lo que viene ahí es suficiente para encerrar a ese desgraciado de Thomas Bailey —aclaró— Cada dato lo hunde más, todo es cierto, ya lo hemos comprobado.

— ¿Quién envió esto? —inquirió— Debemos interrogar al repartidor.

—Ya lo hicimos —lo detuvo— El departamento recibió uno igual, lo que nos sorprendió fue ver que uno iba dirigido personalmente a ti —lo miró fijamente.

— ¿Quién más recibió esto? —Eric no podía pensar con claridad.

—El FBI, la CIA, Interpol y nosotros —el hombre talló su sien— Pero el hecho de que Éste llegue para ti, con una nota personal es preocupante.

TráficoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora