Capítulo 4

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Sus tíos lo acompañaban en la sala, tomaban en silencio y charlaban sobre negocios; cosa que a él lo aburría mucho

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Sus tíos lo acompañaban en la sala, tomaban en silencio y charlaban sobre negocios; cosa que a él lo aburría mucho. Suspiró empinándose la copa, si quería dormir un poco tenía que ir a su habitación.

Aunque no estaba seguro de poder conciliar el sueño después de lo que había descubierto. La posibilidad de que Elena estuviera ahí para ser su esposa era tanta que le gustaba, aunque eso significaba que la chica estaba consciente de todo, ¿o no? Y si era así, ¿por qué se comportaba tan terca y orgullosa? ¿Por qué le ofendía de esa manera? Sus preguntas lo inquietaron.

—Alejandro, ¿Por qué Elena está aquí?

— ¿A qué te refieres? —lo miró sonriendo.

—No actúes como si no supieras nada —suspiró— Resulta muy obvia su... jugada.

—No digas tonterías —Thomas bufó, estaba un poco ebrio.

—No estoy seguro de qué es lo que quieres preguntar, Jack —Alejandro sonreía despreocupado.

— ¿Trajeron a Elena para que se casara conmigo? —preguntó sin rodeos.

—No —respondieron al unísono.

—No me la creo —suspiró— Ya lo han hecho antes —aclaró recordando a la rusa de piernas largas, fría, insensible, una pesadilla de mujer.

—Lo de Evinka fue un error, lo acepto —sonrió.

—Si esa chica sabe a qué vino a la casa —ignoró su evasiva— Debo decir que como futura esposa deja mucho que desear.

Sus tíos lo miraron sorprendidos. Aunque Alejandro fue el más ofendido.

—Vamos Jack —lo regañó— No te crie con esa manera tan cavernícola de pensar sobre las mujeres —fruncía el ceño— No puedes esperar a que Elena sea como esas otras mujeres.

—No me refería a eso —su sonrojo se hizo notable, debió haberse explicado mejor.

—Ni siquiera yo digo eso —aclaró Thomas sirviéndose otra copa— Y soy el macho de la familia.

—Lo que quería decir es —aclaró su garganta— ¿Trajeron a Elena para que sea mi esposa?

—Increíble —Thomas soltó una carcajada.

—Elena está aquí como nuestra huésped, Jack —recalcó Alejandro observando su reacción;— Como ya te habíamos dicho, la niña está aquí porque tu tío y yo somos la única familia que le queda; y tu como nuestro sobrino tienes el deber de ayudarla a sentirse lo más cómoda posible.

—Eso no es lo que pregunté —lo miró frustrado.

Sabía que ella no tenía familia, y eso lo hacía sentirse conectado a la chica de una forma que no entendía. Aunque notó como su tío evadió la pregunta.

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