Capítulo 23

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Las dos semanas de la luna de miel de la pareja habían pasado, ahora entraban en su tercera semana

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Las dos semanas de la luna de miel de la pareja habían pasado, ahora entraban en su tercera semana. Todo había sido perfecto como un cuento de hadas, el lugar era hermoso, tranquilo y lleno de diversiones.

La primera semana fueron a una expedición a la isla Delos, bucearon, comieron platillos típicos de la región y cenaron a la luz de las velas en una cabaña.

Elena lucía llena de vida, no había vuelto a tener otra pesadilla ni un episodio. Jack había olvidado sus preocupaciones, incluso no parecía importarle, no quería regresar a la ciudad, vivir con su esposa y hacerla feliz era su prioridad ahora.

La segunda semana —después de un encuentro íntimo por la mañana—, visitaron las ruinas del Santuario Apolo. Tomaron fotos, caminaron por los alrededores tomados de las manos y recorrieron las calles empedradas. Viajaron en barco a las playas, pescaron, Jack la sorprendió cuando le dijo que sabía manejarlo.

Al día siguiente tras comer, visitaron los muchos lugares del teatro callejero, todo el ambiente era encantador, rodeados por los cantantes que envolvían el lugar con su talento a cambio de unas monedas.

Era una ciudad mágica, nada estaba mal ahí, todos lucían contentos, despreocupados. Nadie había vuelto a llamarlos, les estaban dando su espacio y lo agradecían.

El día dos de su tercera semana, en la mañana después de ducharse y desayunar, salieron en auto a visitar las tiendas. Ya que vivirían ahí debían comprar ropa —según Jack— debían comprar más, como víveres y cosas para la casa.

Así que avanzaron por las calles rumbo al centro comercial, recorrieron las tiendas, comprando lo que les gustaba, no tuvieron que cargar nada, todo lo enviarían a su casa. Para mediodía ya habían cubierto la ropa y zapatos, Elena incluso compró mucha lencería de colores que le gustaban, no recordaba su temor a esas prendas. Eligió unos conjuntos muy lindos y algunos ligueros y medias. Un par de batas de seda también.

Jack eligió su guardarropa con un poco más de problema, no todo lo que veía le gustaba, de hecho tuvo que ver más tiendas que su esposa.

Eligió un par de pijamas, una bata de baño color marrón, algunos juegos de ropa interior, también unos boxers ajustados que estrenaría esa noche. Regresó con Elena que miraba un estante con gafas de sol, la abrazó un segundo y eligió unos para él.

— ¿Tienes hambre? —preguntó besando su nariz.

—Sí, ya es hora de comer —sonrió rodeando su cuello con sus brazos.

—Bien, vamos a ese lugar de allá —señaló un pub que vendía mariscos— Se ve bien.

Ella asintió y caminó junto a su esposo. Se sentaron en una mesa y ordenaron su comida, hablaron de lo que harían después de terminar sus compras. Aún faltaban las cosas del hogar.

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