Capítulo 39

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*Narra Mei*

Me sentía muy confundida, estaba en un lugar totalmente oscuro, no se veía nada ni a nadie. Podía oír un sonido como de BIP, y voces a lo lejos que se oían muy agitadas. De un momento a otro sentí como algo frío atravesaba mi vientre. No sentí dolor, apenas una incomodidad, hasta que fueron más profundo, sintiendo como tocaron algo que me estaba ardiendo, como si cada rose me estuviese quemando. Solo grite rezando que el dolor se valla, las voces parecían más y más preocupados, y la maquina había duplicado la velocidad del ruido que emitía. Poco a poco las voces y el ruido se alejaban, ya no sentía ese objeto quemándome, solo silencio.

Empecé a abrir los ojos lentamente, la luz del lugar me enceguecía. Cuando enfoqué mi vista me di cuenta que estaba en un cuarto de hospital. Lo primero que pude notar, y que me sorprendió y alegró al mismo tiempo, fue ver a un somnoliento Javier sentado en un mueble del cuarto.

- Gracias por la compañía - le dije aun cansada pero alegre. Eso pareció sorprenderlo, ya que pegó un brinco y se apresuró en acercarse a la cama.

- Estas bien?! Te duele algo?! Sientes nauseas?! - empezó a bombardearme con preguntas, causándome algo de gracia por su reacción

- Estoy bien, tranquilo - le dije con una sonrisa para calmarlo, lo que al parecer funciono ya que se relajó y se sentó más cerca a la cama

- Que rápido despertaste, apenas te sacaron de cirugía - me dijo devolviendo la sonrisa

- Enserio? Cuanto tiempo llevamos aquí? - pregunté tratando de tener una noción de la hora

- La verdad es que solo ha pasado unas 2 horas desde que llegamos - me contó causándome sorpresa

Usualmente las cirugías duran horas, además de que la anestesia me haría dormir aún más tiempo. Estaba confundida, mi herida no era normal, me apuñalaron con plata, por lo que todo el procedimiento se debió volver el doble de difícil, pero no sentía dolor, solo cansancio.

Con eso en la mente, rápidamente revise el lugar donde debía estar la herida.

- Espera, no te muevas mucho! - trató de detenerme Javier

Pero los dos quedamos sorprendidos al ver que apenas había una pequeña cortada, que no era nada profunda, además de ver como lentamente se cerraba.

- Las enfermeras y yo también nos sorprendimos - avisó el Dr. Yuta entrando con un semblante preocupado

- Lo estoy curando yo? - solté escéptica, era casi imposible

- Esto estaba incrustado en... bueno, eso no importa - me dijo mostrando un frasco con un pequeño objeto brillante - Parece ser la punta de un cuchillo de plata, lo dedujimos al ver que llegaste por una puñalada. Cuando la sacamos de inmediato tu cuerpo empezó a cerrar la herida, y todos tus signos vitales volvieron a la normalidad - terminó de contarme el doc

- Pero... Pensé que la plata... Mi madre nunca... Ni mi abuela... - estaba atónita, no podía acabar mis oraciones. Se suponía que la plata era lo único que nunca se podría curar, una herida provocada por ella, era una sentencia de muerte

- Mei calma, estas bien, es lo que importa - me dijo Javier llamando mi atención

- Este joven tiene razón, lo único que importa es que sigues viva - lo siguió el doctor, pero su expresión me decía que había algo más

- Dr. Yuta, que....

- Doctor, recibió una llamada hace una hora - me interrumpió una enfermera entrando preocupada

Una rosa entre margaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora