Capítulo 40

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*Narra Michael*

Una vez dentro de la casa, pase a dejar a Melodie en uno de los muebles de la sala, cubriéndola con una manta, y acompañada de dos chicas que vinieron junto a los otros. Aun preocupada por ella pero sin saber muy bien que hacer, decidí dirigirme al pasillo del segundo piso, donde me encontré con la mirada de todos, quienes después de esa mirada decidieron ignorarme.

Nadie de los que me acompañaban en el pasillo decía algo, solo mirábamos como los doctores entraban y salían de los cuartos. Nos encontrábamos; mi padre, Sam, su padre y amigo del mío, tres vampir@s más que solía ver todo el tiempo en el grupito del pelirrojo, a una vampiresa que no había visto antes, y a Kimi, que no había visto en años. Todos preocupados de la situación.

Los doctores, que al parecer los tres eran lobos, corrían de un lado al otro buscando respuestas, revisando a sus pacientes y tratando, cuando menos, quitarles el dolor con anestésicos. Se notaba que ya eran conscientes de las heridas de Jhon, ya que de tanto en tanto nos miraban con desconfianza. Por otro lado cuando veían a Nic y Cristian, hacían gestos poco prometedores.

Cada uno de los cuartos se había convertido en uno de hospital, las máquinas que median el ritmo cardíaco resonaron en toda la casa, el olor a medicamentos empezó a invadir el lugar, y los gritos de frustración de los doctores se hacían cada vez más y más frecuentes.

En el pasillo el ambiente era peor, todos y cada uno de los presentes me dirigía una mirada de tanto en tanto, unos de tristeza, otras de decepción, y otras de ira y rencor. Aunque, ya me estaba acostumbrando a ellas.

Apenas había pasado una hora desde que los Doctores llegaron, y ya veían como casos perdidos a todos. Sus miradas lo decían todo, no había esperanza.

- Sr. Hurnet, Sr. Smith - los llamó uno de los médicos, dando a entender por su gesto, no era para darles buenas noticias - Lo lamentamos, no hay nada que podamos hacer - le confesó el doctor con pesar, dándole paso a un ambiente de tensión

- COMO QUE NADA?! - soltó mi padre con desesperación, mientras que el otro hombre pelirrojo solo se quedó en shock

- En serio lo lamentamos, pero esto escapa de nuestras manos - trató de excusarse el doctor

- NO ME VENGA CON ESTUPIDECES! USTED ES MEDICO, HAGA SU TRABAJO Y ATIENDALOS! - reaccionó el hombre pelirrojo, tomando del cuello de la camisa al doctor

- No podemos! - confesó el doctor asustado - Dos de los chicos a quienes revisamos tienen una toxina desconocida en su sangre! - empezó a explicar con desesperación - En todos mis años como doctor nunca vi algo como eso! A uno la fiebre lentamente le está subiendo y no parece parar! Y al otro, si no fuera por la herida abierta que continua sangrando e impidiendo que la toxina avance rápido, ya estaría muerto! Al paso que las toxinas se propagan, no les queda mucho! - terminó de decir, provocando que el hombre pelirrojo lo soltara.

Todos los que oyeron, por no decir todos en la casa, se quedaron congelados en su sitio. Los doctores se veían muy convencidos de su veredicto, lo que daba pocas esperanzas al resto.

- Y Jhon? - preguntó mi padre, tratando de parecer tranquilo

- Para ser les honestos, ese chico parece presentar una condición más favorable que el resto - soltó preocupado el médico - A pesar de presentar tantas heridas y quemaduras, su cuerpo lo resiste muy bien, además de la agitación por lo cansado de su cuerpo, no parece tener mayores problemas - explicó viendo los papeles en sus manos - La... lamento preguntar pero... con que clase de arma se hizo esas heridas? - preguntó temeroso el hombre

Una rosa entre margaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora