Capítulo 41

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*Narra Sam*

Me sentía devastado. Cuando vi que Mei estaba aquí, me sentí feliz por ver que estaba bien. Pero luego empezó a atacarnos, además de que había dejado a muchas personas tiradas en el suelo a su paso. Ahora, veía como ella besaba felizmente a Michael.

Sentía como mi corazón se estrujaba, como si me lo hubiesen arrancado de un zarpazo. El beso no duro mucho, aunque para mí fue una eternidad. Michael se separó de Mei con una maldita sonrisa embobada, mientras que Mei lo veía con una mirada tan cariñosa, como las que usualmente me dirigía. Además, sentía los sentimientos que ambos emanaban, alivio, anhelo... amor. Yo estaba harto de la escena, quería escapar, sabía desde un principio que no podía competir con su mate, su instinto lo amará siempre a él.

- QUE CREES QUE HACES? – oí gritar a Rosi enfurecida tratando de llamar la atención del par, pero Mei no parecía escucharla - SABIA QUE TENIA RAZON SOBRE TI! ACASO TE DIVIERTE JUGAR CON LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMAS! - empezó a gritar mucho más tratando de llamar la atención de Mei - ACASO QUIERES DEJAR ASI COMO A ASI A SAM!! - terminó de reclamarle provocando que ella dirigiera abruptamente la mirada a nosotros

- Sam? - soltó ella con un semblante confundido. En ese momento sentí un poco de esperanza, el que reconociera mi nombre me hacía sentir especial para ella

- Mei, puedes reconocerme? - traté de decir con una sonrisa, pero mi tristeza se reflejaba en mi gesto

Ella solo se me quedo viendo un momento, como si analizará cada facción de mi cuerpo. Su mirada, a la vez que estaba fijo en mí, también se le notaba perdida, como si ni ella misma estuviera consiente de la situación.

- Pareja... de vida - soltó desconfiada, apartándose un poco de Michael, quien parecía no estar conforme de la situación

- Sí, soy Sam, me recuerdas cierto? - dije esperanzado acercándome lentamente a ella

- Recordar?... - soltó antes de ser presa de un gran dolor de cabeza - Sam... es... es... - empezá a decir separándose de Michael y dando un par de pasos hacia mi

- Mei! - le gritó el pelinegro deteniendo sus pasos.

Nadie de los presentes parecía saber qué hacer, eran conscientes de que esto escapaba de sus manos, en ese instante éramos solo Mei, Michael y yo.

Ella se quedó a la misma distancia entre los dos, parecía demasiado confundida. Michael y yo solo nos retábamos con la mirada, ya no podía dejar a Mei a la merced de ese tipo, ella ya sufrió lo suficiente.

- Mei, ven conmigo, sabes que siempre te cuidare - llamé su atención, esperando que caminara había mi

- Mei, yo soy tu mate, sabes cuál es tu lugar - escupió Michael llamando la atención de ella

Ella parecía más confundida, solo miró a cada uno antes de ser presa de otro dolor de cabeza que la obligó a retroceder, pero alejándose de ambos.

- Mei! - grité su nombre rogando que se detuviera

- Mei! - también la llamó Michael, quien ya estaba dispuesto a ir por ella

- Michael basta, estamos confundiéndola! - le grité para detener todo esto

Mei estaba luchando con los dolores, y parecía que cada vez que nos escuchaba solo empeoraban. Por suerte Michael lo entendió ya que paro de insistir. Aun así Mei continuaba retorciéndose del dolor. Destrozado por verla en eses estado traté de dar un paso al frente, y al parecer Michael tuvo la misma idea, ya que avanzábamos al mismo tiempo. Pero ni bien lo hicimos, el lobo que antes apresaba al padre de Michael se interpuso entre nosotros y ella.

Una rosa entre margaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora