Narra Jhon
- ...Una vez que empezaron a pelear tanto Mei como yo nos tapamos los oídos y cerramos los ojos esperando que nada de lo que ocurría fuera real - contaba a todos los presentes en mi habitación
Tanto Max, Sofí, Javier, Rosi, todos, prestaban suma atención a cada palabra que salía de mi boca. A pesar de que mi rostro se veía sereno, solo lo mantenía así para tratar de ocultar el temblor de mis manos. Siempre fue así, no importase el momento, el lugar o la compañía en ese momento, siempre, tanto Mei y yo, temblábamos con solo la mención de ese día. Pero ya no sabría decir si es por temor, o por una ira acumulada hacia personas que ya están muertas, o al menos la mayoría.
- No sabíamos cuánto tiempo nos mantuvimos ahí abajo. Solo recuerdo lo aterrados que Mei yo estábamos....
***Continuamos Flashback***
Podíamos oír claramente el sonido de cosas rompiéndose, fuertes golpes, gritos, aullidos, gemidos de dolor, la carne desgarrándose, arañazos, insultos, mientras sentíamos como el piso temblaba por la gran batalla que se llevaba a cabo sobre nuestras cabezas.
Por lo que llegábamos a escuchar, mis padres solo estaban peleando contra dos personas, uno podíamos reconocer como el hombre que había entrado con anterioridad, junta a la misma mujer, quien parecía tenerle un rencor inmensurable a mamá.
Ya no sabíamos que hacer, Mei y yo llorábamos a todo pulmón rogando que parasen de una vez, pero aun no podíamos ser escuchados. El miedo de ver lo que pasaba nos recorría el cuerpo, queríamos salir e ir junto a nuestros padres, pero estábamos tan aterrados. Mientras el tiempo pasaba, los gritos se convertían en jadeos, los arañazos eran remplazados por más golpes mucho más fuertes, los aullidos y gruñidos aún estaban muy presentes, hasta que el sonido y el olor de la piel siendo quemada y el grito de nuestro padre nos alteró aún más de lo que estábamos, mientras la pelea continuaba
Para nosotros fue una eternidad, aunque en realidad fueron algo más de treinta minutos, pero una vez los sonidos se detuvieron en seco, después de un último aullido de agonía, la idea de salir se nos volvió aún más aterradora que la de no saber que pasaba arriba. Mei se aferró muy fuertemente a mí una vez ese silencio sepulcral fue interrumpido por únicamente unas pisadas acercándose exactamente a nosotros. Ver como movían la mesa para dejarnos expuestos fue mi señal para escudar a Mei, a pesar de que estaba igual de aterrado, a pesar de que estuviera temblando igual o más que ella, a pesar de solo ser un niño hibrido contra un adulto, debía protegerla.
- Niños - nos llamó Mamá quedito empujando con suma dificultad la mesa que nos escondía - Están bien? - soltó dejándonos ver su aspecto causándonos un llanto tan inmensurable donde el sonido logro por fin ser escuchado
Trepamos y subimos lo más rápido que pudimos junto con ella, quien no dudo en abrazarnos ocultándonos en su pecho. Ella estaba muy herida, con solo verla un poco no podíamos no sentirnos mal, tenía una infinidad de golpes, miles de cortes, sus ropas solo parecían trapos viejos adornados por la sangre que aun brotaba de las heridas más profundas.
- También deberían ir con papá o se pondrá celoso - nos indicó mamá bromeando dejando ver a papá semisentado en una esquina con un aspecto mucho peor que la de mamá, pero aun así sonriendo para nosotros.
No perdimos tiempo y corrimos junto a él aferrándonos lo más fuerte que podíamos a él, pero ocasionando un doloroso quejido que nos obligó a soltarlo con rapidez.
- Lo siento chicos, quisiera abrazarlos de vuelta pero parece que me dejaron magullado - nos bromeó tratando de tranquilizarnos, cosa que no podíamos, el aspecto de papá y hasta el de mamá nos decían lo peor.

ESTÁS LEYENDO
Una rosa entre margaritas
FantasyLos secretos pueden llegar a ser peligrosos, no solo para ti sino para otros. El guardarlos puede terminar provocando desastres y tragedias. Eso es algo que aprendí desde pequeña. Aun así, mírenme, guardando un secreto con recelo. Viviendo en un mun...