Capítulo 42

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*Narra Kimi*

Desde que llegamos a la casa Hurnet me quede al lado de Cristian. A pesar de que los doctores me pedían que me retirara no era capaz de alejarme de él. Vi como lo estabilizaban, como suministraban la anestesia para aminorar sus gritos y jadeos, como lo conectaban a esas máquinas que median sus signos, como gritaban buscando una forma de salvarlo, como le empezaron a dar transfusiones de sangre aun sin poder cerrar la herida.

Me reprendía a mí misma el hecho de que sentía angustia por él. A cada momento oía como mi cerebro me gritaba que me apartara, pero mi cuerpo no obedecía y se negaba a mover un solo musculo. Aun después de que escuché gritos que venían de afuera, y sentí como el ambiente se detuvo, me negué a moverme de su lado. Estaba simplemente petrificada, sentada en una silla al lado de la cama de Cristian, como una muñeca viendo al vacío.

Nunca imagine que terminaría de ese modo, sobre todo él. Siempre fue seguro, argulloso, fuerte, y aunque las personas no lo crean, hubo una época en que era muy amable y cariñoso. Ahora mírenlo, con heridas en todo el cuerpo, aparatos conectados a él, la apariencia de un ser en extremo frágil, y lo peor es que se merece todo eso y tal vez más.

- Cómo llegamos a esto, maldito idiota - solté en un intento de desahogo - Antes eras mejor que esto, qué sucedió?! - le grité esperando que el idiota se levantara a devolverme los gritos - Siempre estuvimos juntos! Desde que nacimos nunca nos separamos! - empecé a llorar por la desesperación - De pequeño te esforzabas en tus entrenamientos! Eras muy orgulloso aun cuando yo te ganaba en fuerza, a la vez que eras tan amable! Te encantaba jugar conmigo y con tu madre! Si tan solo tu padre no te hubiese llevado no...

Ya no pude decir nada más, sentía mi voz rota y apagada. Me quedé en silencio viendo cada respiración que daba Cristian, rezando que esa no sea la última. Derramé un par de lágrimas más para después oír el ruido de la puerta abrirse, obligándome a limpiarme la cara con la manga de la chaqueta que llevaba.

- Imagine que estarías aquí - oí a Mei comprensiva mientras cerraba la puerta tras ella

- Yo nunca lo habría creído - respondí con tristeza, levantando mi vista para verla a los ojos

- Esa no es una expresión que la Kimi que yo conozco pondría - bromeó, mientras se acercaba a la cama

- Que puedo decir, soy una caja de sorpresas - traté de bromear pero la tristeza era evidente en mi tono de voz

- Si, esta noche estuvo cargada de sorpresas, y lo peor es que todavía no termina - me respondió aun con un tono de broma mientras se acercaba a la cama - Waw, en serio Jhon lo dejó machacado - siguió bromeando al revisar con la vista a Cristian

- Estas haciendo lo mismo que yo hacía cuando tú eras la que lloraba por Michael? - seguí la conversación lo más divertida que podía

- Si, recuerdas lo que me decías en ese entonces "No importa que tan malo este todo, reírse de los problemas hace que sean menos dolorosos" - recitó las palabras exactas que le había dicho antes

- Si, lástima que solo los aminora y no los borra - seguí con la actitud bromista

- Tal vez sea cierto, pero es una buena técnica para sobrellevarlos - menciono sonriente sacando un frasco y una jeringa

- Se pondrá bien, no? - solté volviendo mi tono de preocupación

- El antídoto limpiara su sangre del veneno, pero lo que me preocupa es su brazo - me confesó tratando de sonar lo más neutral posible - Apenas he empezado a utilizar mis poderes para sanar, y nunca he tratado una lesión así

Una rosa entre margaritasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora