6

1.3K 118 224
                                    


Same old empty feeling in your heart, cause love comes slow... and it goes so fast


–¿Pero qué ha pasado?

Sophie me miró desde la cama que había en mi habitación. Estábamos en la residencia y yo no dejaba de ir de un lado para otro, pensando en lo que había pasado esa tarde en la universidad. Llevaba de los nervios desde que había acabado mi todo-menos-sutil conversación con Amber.

–Ya te lo he dicho –la miré–. Sé cree que puede hablar de la vida de todo el mundo y yo me he cansado.

–No entiendo a qué ha venido todo esto –negó–. Sé que es cotilla pero nunca había hecho algo así.

–El viernes me vio comiendo con Justin –suspiré–. Tuvo la cara de ir a la mesa donde estábamos a "saludar" para confirmar que era él.

–Menuda arpía –convirtió sus labios en una fina línea–. Y encima iba con la Paige esa. Mira que soy pacífica, pero si las veo, las arrastro de los pelos a las dos por toda la facultad.

–Lo que más me ha jodido es que ha metido a Justin en todo esto –tensé la mandíbula.

–¿Será un ataque de celos?

–No sé lo que será o lo que no –me apoyé finalmente en el escritorio.

De tanto ir y venir, apostaba que había hecho tantos kilómetros como un coche de Fórmula 1.

–Pero se ha atrevido a amenazarme.

–¿Amenazarte? –Sophie habló con sorpresa.

–Sophie –fruncí el ceño en su dirección–. ¿Me has escuchado la primera vez que te lo he contado?

–Teniendo en cuenta que hablabas muy rápido y estabas al borde de un ataque de nervios, la verdad es que no –se encogió de hombros.

–Me dijo que –suspiré. No sabía ni donde me había metido–. Me dijo que tuviese cuidado con lo que sus palabras podrían decir, porque podría tener problemas.

–¿Pero esa niña es tonta?

–Lo peor es que es verdad –negué–. Diga lo que diga, la gente se lo va a creer.

Sophie iba a contestar cuando mi móvil empezó a sonar encima del escritorio. Me giré para ver quién era y alcé las cejas sorprendida, viendo el nombre de Justin en la pantalla.

–Es Justin –me giré hacia mi amiga.

–¿Hace cuánto que no te habla?

–Desde el lunes –fruncí el ceño y volví a mirar la pantalla.

–Cógelo antes de que cuelgue.

Finalmente y tras soltar un suspiro, descolgué el teléfono llevándomelo hasta la oreja.

–Hola –hablé para que supiese que ya estaba al otro lado de la llamada.

–Hola –su voz sonó distante, como todo con él últimamente–. ¿Qué tal?

–Bien, ¿y tú? –fruncí el ceño.

–Bien –carraspeó–. Oye, ¿puedes quedar dentro de un rato en el parque que está al lado de tu residencia?

–Mmm sí, supongo –vi como Sophie me preguntaba con la mirada qué pasaba y me encogí de hombros; yo tampoco lo sabía–. ¿A qué hora?

No Promises • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora