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"don't need no butterflies when you give me the whole damn zoo"

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"don't need no butterflies when you give me the whole damn zoo"


Ya estaba con el pijama puesto, desmaquillada y en la habitación donde me quedaba en aquel apartamento; de fondo se escuchaba a los chicos hablar en el salón y mis amigas me miraban preocupadas ya que no podía dejar de llorar. El tema me había afectado a sobre manera por el alcohol, pero había estallado y no podía hacer nada para arreglarlo.

–A ver –Izzy se agachó delante de mí y me miró directamente a los ojos–. ¿Qué ha pasado?

Empecé a contarles lo que había sucedido en la discoteca y en el portal –obviamente mencionando el comentario de Justin–, entre sollozos y con ganas de levantarme y patearle el culo tanto a él como a Owen por lo que habían hecho.

–Mira –Sophie se sentó a mi lado–, se ha pasado siete pueblos, pero mañana cuando se levante estoy segura de que se arrepentirá; él también está borracho.

–El alcohol no es una excusa para tirarle dagas a alguien –dije seria.

–Por supuesto que no –negó–, pero te dará una explicación. Sabes que Justin no es así.

–No le conozco tanto.

–Si le conoces, Madison –esta vez habló Izzy–. Por lo menos lo suficiente como para saber que no es un hijo de puta.

–Sabes que estamos hablando de alguien que me dejó de la noche a la mañana sin explicarme nada, ¿verdad?

–Sí que sabes la explicación –asintió–. Te la dio cuando estuvo preparado para hacerlo.

Suspiré y negué, hundiendo la cabeza entre las manos y sollozando de nuevo con fuerza; me odiaba por estar así, pero no podía evitarlo.

Había estado aguantando demasiado.

–Duerme y mañana verás las cosas con más claridad. La ginebra no es una buena aliada para estas ocasiones –Izzy me sonrió, intentando tranquilizarme.

Llevaba varios minutos despierta, mirando el techo del cuarto en la oscuridad de la habitación, y lo único en lo que podía pensar era en lo que había pasado la noche anterior. En sus palabras, en mi reacción, en las ganas de partirle la cara a Owen por ser el principal causante... pero sobre todo en las lágrimas.

Las palabras se las llevaba el viento, pero las que hacían daño... se te clavaban en el alma.

Había aguantado desde el primer momento: cuando salieron los rumores, cuando la gente empezó a hablar fatalidades de mí, las miradas en la universidad, los cuchicheos cada vez que pasaba; incluso un ataque de celos de una rubia a la que todo el mundo le tenía poco aprecio. Pero sin embargo, el vaso había rebosado la noche anterior.

No Promises • jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora