¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
"watch me speak from my heart, when it comes to you..."
Empecé a despertarme, notando las sábanas sobre mí y sintiendo el calor que había concentrado dentro de ellas, el cual me hacía sentir tan a gusto. Sin ni siquiera abrir los ojos, di media vuelta sobre el colchón, abrigándome y acurrucándome aún más en la cama.
Sin embargo, cuando creía que estaba a punto de dormirme de nuevo, empecé a escuchar como una voz lejana cantaba; fruncí el ceño y abrí los ojos poco a poco, dándome cuenta que no estaba en mi cama ni en la residencia. Me senté sobre la cama y frotándome los ojos, siendo consciente de la verdadera claridad que había y que traspasaba las cortinas.
–You're all that matters to me –oí la voz de Justin en el baño con claridad–, ain't worried about nobody else.
¿Justin sabía cantar?
–If it ain't you I'm not myself, you make me complete... you're all that matter to me.
Sacudiendo la cabeza para salir del trance, me di cuenta que solo vestía con una de sus camisetas y mi ropa interior. Genial Madison, te lo has tirado y se supone que estás cabreada con él.
Una voz en la parte trasera de mi cabeza habló, haciendo que frunciese el ceño, enfadándome conmigo misma.
Salté de la cama en seguida, viendo que mi ropa estaba en una de las sillas de la habitación. Caminé hacia ella y empecé a vestirme, buscando en mi bolso poco después la coleta que llevaba la noche anterior para volver a recogerme el pelo –esta vez en un moño desordenado–. Al terminar y comprobar que había cogido todo, agarré el abrigo y los tacones, saliendo de allí intentando hacer poco ruido para que él no se diese cuenta.
No me sentía con los ánimos suficientes para enfrentarle y tener una conversación después de lo que había pasado. Me sentía como si me hubiese defraudado a mí misma al acostarme con él en un momento en el que estando en mis 5 sentidos no lo habría hecho. Teníamos que solucionar lo que estaba pasando entre los dos para, primeramente, poder volver a la normalidad.
Me paré en el espejo que había en el pasillo, viendo que aún tenía el apósito en la mejilla; me toqué esta zona con cuidado, comprobando que estaba dolorida y que tendría que curármelo al llegar a mi habitación de nuevo.
–¿Te vas?
Cerré los ojos maldiciendo interiormente que me hubiese pillado con las manos en la masa. Me giré para encararle y vi que ya tenía unos pantalones negros de chándal puestos, con unas letras en blanco por un lado de la pierna en las que se leía "ADIDAS"; el torso lo tenía al descubierto y la toalla colgaba de uno de sus hombros.
–Mmm sí –respondí su pregunta, no estando muy segura de lo que decir–. Creo que es lo mejor.
